Diego Batlle, crítico de cine argentino, conversó sobre el cine latinoamericano.
Diego Batlle (Argentina, 49 años) no recuerda la primera vez que asistió al cine, pero sí está grabado en su memoria el ritual de acudir todos los sábados por la tarde a enormes salas de diversos barrios porteños a ver dos películas seguidas, siempre en compañía de su padre.
Con el tiempo, su amor y pasión por el cine no solo se manifestaron desde una butaca, sino también a través de las reflexiones y críticas que hoy se alojan en el medio que dirige y en el que colabora: OtrosCines.
El medio que dirige Diego ofrece una amplia cobertura sobre estrenos de películas, series, ciclos y festivales, combinando la crítica y el análisis con la información periodística, que incluye tanto a la cinefilia como a la industria.
Pero OtrosCines es más que un portal dedicado al cine, entre sus propuestas está la de ofrecer talleres y cursos online, como el que lanzarán nuevamente en marzo de este 2019: Cine Latinoamericano, el cual se desarrollará en cuatro módulos breves y algunas videoconferencias, en las que se analizarán las tendencias actuales en los festivales, en la producción, en directores y también en la crítica regional.
Esto último nos incentivó a conversar con Diego sobre el cine en América Latina.
¿De qué manera deberíamos pensar el cine latinoamericano?
En su totalidad, pero también en su enorme diversidad y en sus múltiples matices a nivel artístico e industrial. Es que no hay un cine latinoamericano sino varios. Nos une en la mayoría de los países el lenguaje y algunos aspectos de identidad y costumbres, pero también (por suerte) hay diferencias en las búsquedas temáticas, formales. Así, me parecen que son muy distintas las condiciones en las que se hace un cine más industrial o con claras búsquedas de masividad y la vertiente más autoral o ligada a los festivales
¿Qué críticos de cine deberíamos tener en la lupa para saber más de cine regional?
No conozco en profundidad el panorama crítico en cada país, pero sí me he relacionado de forma aislada con críticos tanto experimentados como jóvenes con ganas de incursionar tanto en el terreno más académico como en el de la divulgación en medios y en todos los casos hay una gran avidez, energía, pasión y conocimiento. Una de las tendencias más interesantes es la cantidad cada vez mayor de críticas mujeres en un ambiente tradicionalmente dominado por hombres. Las miradas son más diversas y con una perspectiva de género que antes no existía.
¿Cuál fue tu película latinoamericana favorita de 2018?
De Argentina: La Flor y Rojo de Mariano Llinás, pero también la chilena Tarde para morir joven de Dominga Sotomayor o la paraguaya Las herederas de Marcelo Martinessi
Cuéntame qué es lo que más te gustó del film que mencionas.
La pasión, la ambición, la perseverancia, la creatividad y talento de Llinás.
¿Qué te pareció Roma de Alfonso Cuarón?
Me gustó mucho, sin llegar a ser la obra maestra que tantos exaltan. Pero está muy bien en el terreno visual, de sonido y en su descripción serena e inteligente de las diferencias de clase en una sociedad como la mexicana.
¿Quién crees que fue el director o directora revelación de 2018?
De cine argentino para mí fue Agustina Comedi, directora debutante con El silencio es un cuerpo que cae.
Si tuvieras que elegir una película que retrate a América Latina, ¿cuál sería?
No creo que haya una película que englobe las distintas problemáticas o idiosincrasias de una región tan amplia. Podría ser una película de Leonardo Favio en Argentina o una de Arturo Ripstein en México, pero no hay demasiado en común entre ambos.
Y ahora, con sinceridad, ¿cuál es esa película que te genera un placer culposo?
Me gusta mucho el cine clase B, está lleno de placeres culposos, sobre todo en el género gore.
Dentro de la sala qué preferís: ¿palomitas, chocolates o caramelos?
Solo me permito palomitas cuando veo un tanque de Hollywood con niños. Si no, ceremonia sin comida (un chocolate o caramelos sin hacer ruido).
Después de ver una película en el cine, ¿se aplaude o no se aplaude?
Yo no aplaudo, pero no tengo problemas que otros lo hagan. Mi celebración es más íntima.