1. El acuerdo para el Paro Internacional
Los tres viernes de este febrero de 2019 fueron calurosos y agobiantes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina), la térmica superó los 35 grados de temperatura. Sin embargo eso no impidió que mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries de todas las edades, ideologías y partidos políticos existentes participaran en las asambleas feministas camino al #8M.
Las jornadas se realizaron en el Galpón de la Mutual Sentimiento, en el barrio porteño de Chacarita, detrás de la terminal de ferrocarril Federico Lacroze, para llegar ahí hay que caminar hasta el fondo. Los encuentros comenzaban a las seis de la tarde, al borde de la hora pico, y terminaban cerca de las diez de la noche, cuando la única salvación para escapar del calor era compartir una cerveza entre las compañeras.
Así, sobre piso de tierra y entre escombros el movimiento feminista tramó el tercer paro al gobierno de Mauricio Macri y al machismo, que en lo que va de 2019 carga en su mochila 45 femicidios en el país. Desde la primera asamblea quedó sentada una consigna que se remarcó en cada uno de los encuentros posteriores: “Acá no sobra nadie”. Así de clara fue la sentencia que hizo Verónica Gago, Doctora en Ciencias Sociales.
Sin embargo, la consigna tuvo que repetirse, sobre todo en la segunda asamblea, cuando un grupo dio a conocer su posición biologicista, lo que desembocó en un cierre de jornada violento, patriarcal. Durante la tercera, y anteúltima asamblea, se estableció el trabajo en comisiones, para organizar el tercer Paro Internacional Feminista, que surge desde el Conosur y recorre toda América Latina.
Esa tarde una de las oradoras fue Karen Noemí Torres, coordinadora de la Red de Mujeres de Villa 21-24 de Barracas y Zabaleta, quien se dirigió a todas las mujeres y disidencias con una pregunta: “¿Qué pasa si paramos nosotras las villeras? Quizás ahí no seríamos tan invisibles para el sistema”, sus palabras no pasaron desapercibidas, pero pasaron entre las más de cincuenta oradoras de la jornada.
Finalmente se llegó al acuerdo y entre truenos y relámpagos quedó establecido el Paro Internacional y Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans, y condenó de esa manera las posturas segregacionistas.
Una semana después comenzaron a circular en redes sociales convocatorias de cara al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, de diversos países de América Latina, el Caribe y el mundo.
A las miles de mujeres que participaron en las cuatro asambleas camino al #8M, las movía el peligro que sienten sobre sus cuerpos, las movía la desigualdad, las movía el hambre, las movía la opresión. También las movía el poder de saber que ahora sí las ven; las mueve el saberse juntas, las mueves el saberse organizadas, la esperanza de saber que el patriarcado se va a caer.
2. La intervención de las mujeres villeras
Para las mujeres villeras, el Paro Internacional y Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans comenzó el miércoles 6 de marzo de este 2019 con un acampe frente al Congreso de la Nación Argentina. El lema de las jornadas fue: “Ante la indiferencia estatal y la violencia machista: ¡acampe feminista!”.
Las mujeres de la organización social La Poderosa, en representación del feminismo de las villas, acamparon frente al Congreso de la Nación Argentina, dos días previos al viernes 8 de marzo. Ellas reivindicaron tres reclamos que consideran urgentes para las mujeres y disidencias de las villas argentinas:
1. Solución habitacional para mujeres que sufren violencia de género.
2. Mayor presupuesto para las casas de mujeres y disidencias.
3. Salario para las jefas de comedores y merenderos de los barrios.
Durante los tres días que duró el acampe se realizaron diversas actividades, entre las más destacadas: una ronda de economía popular y feminista, un campeonato de fútbol popular, una ronda de feminismos latinoamericanos y migrantes y una olla popular el 8 de marzo.
Entre todas esas mujeres que iban y venían frente al Congreso de la Nación Argentina se encontraba Dina Choquetarqui (Bolivia, 19 años), ella participa dentro del espacio género y comunicación de La Poderosa, desde ahí trabaja junto a otras compañeras del barrio para “llevar el feminismo a la villa”.
Ante cada compañera, Dina se presenta con una sonrisa, extiende sus brazos y envuelve en un abrazo cálido que repite con otras mujeres a su paso, no importa si la vio cinco veces antes, el saludo siempre es el mismo para la joven de Villa Fátima, que hace medio año comenzó a militar en La Poderosa. “Llegué de casualidad, no sabía que en mi barrio había una sede”, confiesa Dina, quien comenzó colaborando en un taller de apoyo escolar y de a poco encontró su lugar dentro de la organización que se define como “una utopía”, “una construcción social”, “un colectivo de vecinos anónimos”.
Dina Choquetarqui es de La Paz (Bolivia), llegó al país a sus seis años, junto a su familia comenzaron a trabajar en un taller textil clandestino, en el que estuvieron durante dos o tres años según los recuerdos de la joven que este año espera poder inscribirse y estudiar la carrera de Trabajo Social. “Nos cuesta muchísimo llevar el feminismo a las villas, si bien el patriarcado opera de manera transversal, el factor económico y social es totalmente distinto en las villas”, comenta la joven.
“Las mujeres están alimentando a sus hijos, no pueden sentarse a pensar en la opresión diaria”, explica Dina, quien desde La Poderosa facilita espacios de encuentro, reflexión y distensión para las mujeres de la villa, muchas de ellas lograron participar del acampe feminista y en la marcha del #8M.
Madres, hijas, hermanas, tías, sobrinas, abuelas, nietas, amigas, compañeras, vecinas, cocineras, maestras, costureras, amas de casa, niñeras, artistas, estudiantes, trabajadoras sociales, militantes, todas de alguna u otra manera estuvieron en las calles para reivindicar sus derechos y reclamos.
Muchas de estas mujeres, al igual que Dina, marcharon por primera vez y no parecieron principiantes en las calles, se mezclaron entre las que tienen experiencia, con la frente bien en alto portando sus remeras, sosteniendo sus banderas y entonando un himno para el feminismo villero:
“Dale, dale, dale compañera, unite a la lucha, no te quedes afuera. Dale, dale, dale compañera, somos todas hermanas, unidas y diversas. Llegamos de los barrios resistiendo, alzando nuestra voz, poniendo el cuerpo, sabes que no maneja el patrullero”, repitieron una y otra vez en un megáfono comunitario.
3. La Poderosa en Ciudad de Buenos Aires
La Poderosa se concentró sobre Avenida de Mayo y San José. Ahí Dina se reunió con algunas compañeras. “En las marchas se siente la sororidad de todas las mujeres”, dice al mismo tiempo en que comenzó a compartir su labial rojo, como la remera de la organización que representa, a todas las mujeres que la rodeaban, una de ellas era Silvia Mallón de 26 años, también de Villa Fátima.
“La mayoría de las vecinas quieren estar acá, pero cuesta un montón porque muchas de ellas tienen que estar en los comedores y merenderos del barrio, entonces en días como hoy vemos cómo hacer llegar la comida a los chicos y lograr que ellas puedan participar”, explica Silvia previo a la marcha.
Al igual que Dina, Silvia no sobrepasa el metro cincuenta de altura, pero dentro suyo guarda una fuerza que hasta ella desconoce, esa misma con la que sostiene un globo que porta la frase “feminismo villero”, con la que cría a su hija de cuatro años, al mismo tiempo que trabaja en una empresa de limpieza, y esa misma que la empuja a querer terminar sus estudios de enfermería junto a su madre de 50 años.
La Poderosa copó las calles de Ciudad Autónoma de Buenos Aires como lo hicieron también 500 mil personas que protagonizaron una jornada histórica, un nuevo capítulo en el archivo del movimiento feminista argentino que levanta banderas que luego iza toda América Latina. “Ni una menos”, “vivas nos queremos”, “aborto legal ya”, “nos mueve el deseo” y otras que recorren y conectan la región, una muestra viva de ello son las convocatorias que se realizaron en diversos países, tomando de referencia la capacidad de organización e incidencia de las argentinas, que caminan a paso firme, sin mirar a atrás, pero ¿a dónde se dirige el movimiento feminista argentino?
4. La fuerza que acompaña
Mercedes D’Alessandro, Doctora en Economía y cofundadora de Economía Feminista, cree que “los movimientos feministas argentinos van camino a consolidarse como un espacio de referencia en cuanto a nuevas formas de hacer política, pedagogía y de transformar relaciones económicas”.
Mientras que Victoria Donda Pérez, Diputada Nacional de SOMOS, también siente que el movimiento feminista argentino está rumbo a definirse como un actor político determinante en el devenir del país: “Debate desde el derecho al aborto, hasta la división sexual del trabajo y el protagonismo de las mujeres y las disidencias en todos los ámbitos de la vida cotidiana, es un momento fundamental para el feminismo”.
Las palabras de Mercedes y Victoria tienen un reflejo en las calles de Argentina este 8 de marzo. Cada vez que una de las compañeras entona frente al megáfono la pregunta “¿Y ahora que sí nos ven?”, todas las mujeres alrededor meneaban hasta abajo, y como resortes subían cantando con fuerza, con excitación, con regocijo, con emoción cada frase: “Arriba el feminismo que va a vencer”. Sin embargo, hay preguntas que aún no tiene respuesta, y esas respuestas dependen del Estado: ¿Y ahora que sí nos ven? ¿Ahora que somos millones en las calles cómo le responden al movimiento?
El Estado podría empezar a responder frente a los reclamos que el movimiento feminista argentino expresó en el documento que se leyó al final del tercer Paro Internacional Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans, el cual hace énfasis en los femicidios, la desocupación, la precarización laboral, el presupuesto 2019 destinado a las mujeres, las niñas obligadas a parir aún con una ley que las ampara (ILE), la pendiente legalización del aborto y otras denuncias dentro del documento.
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Cerca de la medianoche del viernes 8 de marzo la columna de La Poderosa llegó triunfante a Plaza de Mayo, con una bandera que dice: “8M LAS VILLERAS PARAMOS”, incluyendo a las que no pudieron asistir, a las que no pudieron parar. Dina Choquetarqui se refirió a ellas “aunque no estén en cuerpo, su fuerza nos acompaña”.
Y ese es el camino a seguir.