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Keny Murias baila por varias razones, entre ellas: su familia y su público. Sigue haciéndolo desde el exilio, pero una vez se venza su “castigo” podrá pisar nuevamente Cuba y despedirse de su padre.


El rostro de Keny Murias se ha vuelto popular en Perú. Su imagen se puede ver en los folletos de presentación del Gran Teatro Nacional de Lima.

Keny nació el 21 de agosto de 1988 en Camagüey, una ciudad situada en el centro-este de Cuba. A los seis años comenzó a relacionarse de manera distinta con su cuerpo y empezó a practicar el taekwondo. Tiempo después, sus tíos, bailarines profesionales, le preguntaron por qué no tomaba clases de  ballet, “eso es para flojos”, pensó entonces.

Dos años después, sus padres, con influencia de familiares, llevaron a Keny a ver El Lago de los Cisnes, cuento de hadas y de ballet conocido en todo el mundo. El espectáculo le dejó el pensamiento: “yo quiero estar allí”. Desde entonces, Keny comenzó a practicar el ballet.

Keny alcanzó a proclamarse campeón provincial en las artes marciales, pero a los 15 años decidió colgar las cintas y decirle adiós a los combates para seguir con las piruetas en la escuela superior de ballet Vicentina de la Torre en Camagüey, Cuba. La segunda compañía más importante del país. En el 2006 culminó su formación académica con la danza.

Cuba se caracteriza por ser un  país donde el baile está en cualquier rincón, y donde existe esa mezcla entre la danza clásica y los bailes populares, por ello, Keny fue como una esponja en la escuela, absorbió mucho conocimiento, así que su destreza no está solamente contemplada en el ballet, también se expande en la danza y en el baile de salón.

Todo baile cubano, pasando desde la salsa, el chachachá, el mambo hasta el bolero, tiene una gran dosis de sensualidad. Ello se puede ver en cada presentación que hace Keny.

Keny-Murias

Fotografía: FB Keny Murias

Keny es un hombre que mide 1,80. Sus ojos son achinados y de color verde. Tiene el cabello rizado, pero cortito. Después de haber cumplido la mayoría de edad, salió de su tierra natal para participar en giras internacionales. Italia, Francia, España, Ecuador, Venezuela, Brasil, Puerto Rico, fueron algunos de los países donde mostró sus destrezas.

En el año 2012 Keny recibió un llamado que cambió el rumbo de su vida. Debido a un convenio cultural en Perú salió de Cuba, su estancia  duraría tres meses pero las cosas no salieron como las había planificado.

“En el convenio del Ballet Nacional de Perú me preguntaron varias veces por qué no te quedas. En todos esos meses en los que había trabajado sentía que no tenía dinero suficiente y no quería regresar a Cuba así, con poco en los bolsillos. Como ya se había vencido mi permiso, le hice caso a varias personas que me dijeron que podía pagar un día por dólar de penalidad”, cuenta Keny.  Decidió quedarse y seguir trabajando. Así que se trasladó hasta Migraciones Perú para extender otro plazo de tres meses más.

En ese lapso de tiempo, Keny siguió haciendo lo que mejor sabía hacer: bailar. “Con el convenio podía seguir haciendo ballet y ellos me podían usar para lo que necesitaran”. Así siguió su vida hasta que recibió la noticia de la muerte de su padre.

Era octubre de 2013. “Me llamaron y todo se me nubló. Fue un shock para mí”, dice aún con lamento. Entonces, tomó la decisión de volver. Fue a la embajada de Cuba para ver cuál era su estatus migratorio. Le indicaron que no podía entrar a Cuba.

Keny entendió horas después que se trataba de un castigo y que quedarse más tiempo, fuera de su visado, significa desertar. “Sí, es un castigo que te colocan, no puedes entrar a Cuba por ocho años”.

En Cuba, cualquier persona que abandone una misión oficial de trabajo será catalogado como “desertor”. De acuerdo al licenciado en Derecho, Eloy Viera Canive, el gobierno cubano aplica la sanción de los ocho años para todos aquellos que salen del país con un pasaporte oficial y nunca regresan, es decir se exilian. Esto aunque la traición a la patria no está reflejada en el Código Penal cubano.

A Keny, al igual que muchos de sus paisanos, le duele esta decisión gubernamental.

Los días siguientes fueron catastróficos. Incluso, confiesa, le costó volver a la profesión. “Me dolió muchísimo porque no pude estar con mi papá”. Asegura que la  relación con su padre fue brillante. “Fuimos muy, muy amigos. Él tenía una frase para mí, macho tienes que darle pa’lante, tienes que darle duro, duro”.

Keny Murias

Fotografía: FB Keny Murias

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Después de un tiempo, Keny supo lidiar con el dolor y volvió a ser el bailarín enérgico que todos conocían. El idilio entre Keny y el ballet ya lleva 22 años.

Un bailarín también es un atleta que debe entrenar a lo largo de su carrera, por ello son muchas las horas que Keny pasa en las clases y ensayando. En una profesión tan competitiva no es fácil tomarse un descanso. Estar en Ballet Nacional de Perú es como estar en una selección nacional de fútbol. Todos quieren tener un lugar. Kilos y gramos demás pueden hacer la diferencia; que lo sustituyan y vea a otro bailar desde la banca sería su tormento.

A sus treinta años, Keny debió cambiar sus hábitos alimenticios. Hace un tiempo atrás comía una vez por día y su metabolismo comenzó a ralentizarse, la factura la pagó su cuerpo; éste se ensanchó. Yuliana Bello, la pareja actual de Keny, comenta que lo obligó a acudir a un nutricionista. Como todo buen primer bailarín, estar en forma es la carta de presentación. “Antes me iba y me comía mis tremendas pizzas, pero ya no puedo hacer eso”, dice en tono jocoso.

Dos años es el lapso de tiempo que espera Keny para que se venza su castigo. Además, sabe que tiene una “deuda” no solo con Cuba, también con su padre. “Deseo volver para visitar la tumba y despedirme de mi padre”.

Su última presentación fue en diciembre de 2018, bajo el nombre de Carmen, ambientada donde cuenta el romance entre una gitana y un soldado, que trágicamente termina mal por la aparición de un torero. Ser emigrante no es otra cosa del otro mundo. Keny Murias sabe que bailar es su esperanza y que seguirá los pasos que le toquen al son del exilio.

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[Este texto es parte del especial “Cuba en América Latina. América Latina en Cuba” que incorpora reportajes y crónicas desde 10 países de la región].

Cuba en América Latina. América Latina en Cuba” es una serie de historias elaboradas por la Tercera generación de la Red Latinoamericana de Jóvenes Periodistas para generar conversación regional con la isla caribeña a través de personajes y situaciones que permitan delinear una vinculación más profunda.

cuba

Ilustración: Alma Ríos

Ilustración de portada: Alma Ríos

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Venezuela (1991). Periodista egresada de la Universidad Católica Andrés Bello. Desde pequeña insistía en que estudiaría para ser periodista deportiva. Escribió para varias revistas deportivas durante cuatro años. El contexto de su país cambió y redireccionó su vocación debido a la crisis política, social y económica que atraviesa Venezuela. Trabajó en medios digitales como Informe21, El Diario de Caracas, El Estímulo, Clímax y Seis Grados. Actualmente vive en Lima, Perú.

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