Si bien Brasil es un país de gran diversidad cultural, social y étnica, estas múltiples representaciones no se reflejan en los escaños parlamentarios. Los espacios de privilegio y poder político se mantienen ocupados mayoritariamente por personas blancas. Este texto profundiza sobre ello.
Este contenido es parte de #InteriorLATAM, un proyecto para contar historias y crear conversaciones más allá de las grandes ciudades de nuestra región. Suscríbete a nuestro newsletter mensual.
Texto: Ester Caetano
Traducción: Joana Oliveira
Imágenes: Mulheres Negras Decidem / Divulgación
Si bien Brasil es un país de gran diversidad cultural, social y étnica, esta multiplicidad no se ve reflejada en los escaños parlamentarios. En el gigante suramericano los espacios de privilegio y poder están ocupados todavía, en su mayoría, por gente blanca.
Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE, por sus siglas en portugués), más de la mitad de la población nacional (el 56,1%) está conformada por personas que se declaran negras o mestizas, algo que no se refleja en la representación política del país.
En las elecciones de este año (2021), las personas negras suman 270 mil candidatos a alcaldes y concejales, un aumento del 2.08% respecto a los últimos comicios. Este modesto crecimiento significa que, por primera vez, hay más candidatos negros que blancos.
Sin embargo, para Wescrey Portes, doctorando e investigador en las áreas de Sociología Política, Relaciones Raciales, Desigualdad Racial y Representación Política de la Universidade Estatal de Río de Janeiro (UERJ), este pequeño avance no significa una reducción de la subrepresentación en los espacios de poder.
“Ese número no necesariamente se traducirá en una mayor representación política”, dice, “porque aumenta (el número de personas negras) en el universo de las candidaturas, pero aún existe un grado de desigualdad interna en el acceso a los recursos”.
Según datos del Tribunal Superior Electoral, en las elecciones de 2016 el número de candidatos negros elegidos en Brasil fue menor que el de blancos.
En Brasil los políticos blancos tienen el doble de posibilidades que los afrodescendientes de resultar electos para cargos políticos. Foto: Mulheres Negras Decidem / Divulgación
Entre los alcaldes, los candidatos blancos representaban el 70.29% del total. Los autodeclarados negros o mestizos apenas constituían el 29,11%. La misma disparidad ocurrió con los concejales: el 42,07% eran negros, el 57,13%, blancos.
De todos los candidatos blancos en 2016, el 6.4% tuvo éxito en su elección, mientras que entre los negros la tasa fue del 3.2%. Ello significa que, en comparación con los mestizos o negros, los políticos blancos tienen el doble de posibilidades de resultar electos en Brasil.
Portes señala que el racismo estructural, histórico en el país suramericano, es la base del palpable istmo social. “El racismo en Brasil tiene particularidades que reflejan nuestra formación nacional: cómo se constituye el Estado brasileño como nación, las construcciones de nuestra identidad, la idea de democracia racial.
Todo esto organiza una dinámica social y política racista, que pone a los negros al margen de los espacios más prestigiosos de la sociedad brasileña”.
En la práctica, como señala el sociólogo, el racismo influye directamente en factores como la disparidad en el acceso a los recursos económicos para campañas electorales. Esa es la principal barrera que impide a los candidatos negros y mestizos obtener un mayor éxito electoral.
“El gran nudo está en que dentro del proceso político hay una diferencia significativa que cambia de un municipio a otro, que cambia incluso internamente en la distribución de partidos. La puerta de entrada a esas candidaturas son los partidos más pequeños, los que menos recursos tienen, y los que eligen menos candidatos. En la ciudad de Río de Janeiro, por ejemplo, de los 1.800 candidatos a concejal, sólo 180, es decir, el 10%, logran competir efectivamente, ya que cuentan con los recursos necesarios para participar en las campañas”.
La disparidad en el acceso a recursos económicos para campañas electorales es una de las principales barreras que impide a los candidatos afrodescendientes obtener un mayor éxito electoral. Foto: Mulheres Negras Decidem / Divulgación
En agosto de 2020, el Supremo Tribunal Federal (STF) determinó la distribución proporcional de los recursos de las campañas electorales, así como el tiempo de publicidad en radio y televisión entre candidatos blancos y no blancos. La medida sólo estaría vigente a partir de 2022, pero el magistrado Ricardo Lewandowski estableció que los partidos deben realizar reparto proporcional ya en 2020.
Aun así, según una encuesta de Datafolha, los partidos no han cumplido con la determinación, ya que los candidatos negros y mestizos cuentan con solo el 40% de los fondos electorales y partidarios.
Barreras institucionales
Solo en 2014, el Tribunal Superior Electoral (TSE) comenzó a calcular datos sobre la raza de los candidatos para los puestos políticos electivos. Anteriormente, solo recopilaba elementos tales como los ingresos, el estado civil, la ocupación y otros.
Todas esas variables son fundamentales para los estudios de desigualdad social, económica, política e incluso antropológica en el país. Es en ellos donde puede contemplarse la magnitud de la subrepresentación de mujeres, negros, lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transgénero, transexuales e intersexuales (LGBTI+) en el ámbito de la política brasileña.
Esa falta de representación tiene un impacto directo en la vida de los brasileños, ya que interfiere en la elaboración de políticas públicas que garantizan derechos.
Teniendo en cuenta el perfil de género, el electorado brasileño está compuesto por un 52% de mujeres, siendo el 27,8% de ellas negras, según el TSE. En las últimas elecciones, de acuerdo con una encuesta del Movimento Mulheres Negras Decide, el número total de mujeres negras elegidas tanto para alcaldías como para cámaras municipales no llegó al 5%.
Juliana Marques, cofundadora y coordinadora del Movimiento, señala que el mayor desafío que enfrentan las mujeres negras es la falta de recursos.
En las últimas elecciones, el número total de mujeres negras elegidas para alcaldías y cámaras municipales no llegó al 5%. Foto: Mulheres Negras Decidem / Divulgación
“No nos faltan ganas de participar, ni mucho menos preparación. A pesar de constituir más del 27% de toda la población, las mujeres negras tenemos solo el 5% de las concejalías de todo Brasil. Hasta el momento, no hemos podido garantizar los mismos recursos para las candidaturas de los negros, [los mismos] que generalmente están garantizados para otros grupos, como los fondos de campaña y el tiempo de radio y televisión”.
Incluso las que llegan a tomar posesión se enfrentan a los obstáculos de ser mujeres negras, así como a las consecuencias de una tardía garantía de derechos para mujeres, quienes solo lograron su derecho al voto sin limitaciones en 1934.
Para Ìyá Sandrali, candidata a vicealcalde de Pelotas, en el estado del Río Grande del Sur, los cuerpos negros llevan el ADN de la contra-discriminación. Sandrali, que ya fue candidata a concejala en 1996 y a diputada en 2018, señala que, dentro del espectro político, las múltiples formas de prejuicio generan grandes desafíos.
“Los mayores obstáculos fueron y son el racismo y el sexismo. Incluso cuando se trata de un proceso electoral y de debates políticos partidarios, los negros tenemos que ser conscientes no solo del racismo explícito, sino del subliminal, que está en el subconsciente de todos. Este es mi mayor desafío”, dice.
De lograr su meta, la elección de Sandrali para una candidatura política será casi una excepción en la política brasileña. Por eso, para la miembro de Mulheres Negras Decide, “reclamar más mujeres y hombres negros en la política significa que habrá menos blancos. Entonces es realmente un espacio para la lucha por el poder. Y cuanto más poder tiene un puesto, más difícil es que la gente se rinda. Cuando hablamos del Congreso Nacional, no hay ni un 2% de mujeres negras. En los ayuntamientos, la tasa es del 3% ”.
La preferencia por candidaturas ya establecidas “es un mecanismo que hace que se repita el ciclo de subrepresentación”, opina Juliana. “Dado que ahora tenemos distribución proporcional [después de la decisión del STF], todavía existe el tema de la diversidad dentro de los partidos, dentro de las direcciones de los partidos, donde están quienes deciden cómo se invertirá el dinero. Aunque algunos partidos tengan un discurso de diversidad, la gente realmente no quiere perder sus espacios conquistados en el ámbito de privilegios de la política institucional ”, señala.
Este reportaje, publicado originalmente en el medio brasileño nonada, se realizó por el Programa Diversidad en las Salas de Redacción, un proyecto de Énois – Laboratório de Jornalismo, con el apoyo del Google News Initiative.
Ilustración de portada: Rocío Rojas