El nuevo presidente brasileño administrará un país profundamente polarizado y sumido en una crisis económica que afecta, sobre todo, a las mujeres, pero también a las poblaciones LGBTI y al medio ambiente.
Imágenes: Rocío Rojas
El pasado 30 de octubre, Luiz Inácio Lula da Silva fue electo por tercera vez presidente de Brasil. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) venció al ultraderechista Jair Bolsonaro en la elección más disputada de la historia del país, con tan solo dos millones de votos de diferencia.
Lula, quien ya gobernó del 2003 al 2010, tomará posesión el 1 de enero de 2023 para administrar un país profundamente polarizado y sumido en una crisis económica que afecta, sobre todo, a las mujeres. Pero también a las poblaciones LGBTI y al medio ambiente, dos áreas que Bolsonaro ninguneó los últimos cuatro años.
A continuación, voy a resumirte cuál es la situación de estas comunidades y qué les ha prometido Lula hasta el 2026.
¿Qué podemos esperar del futuro gobierno en cuanto a mujeres?
Las mujeres, que representan más de la mitad de la población de Brasil, fueron decisivas en estas elecciones presidenciales. El 52% de ellas votó por Lula, según los datos de la Justicia Electoral.
Gran parte del electorado femenino rechaza a Bolsonaro desde 2018, cuando miles de mujeres salieron a las calles para gritar “¡Él no!”, en desaprobación de los discursos misóginos del entonces candidato. Cuatro años después, ellas son las que más han sufrido con el empobrecimiento y la degradación del trabajo, problemas que se han agravado por la pandemia del Covid.
Durante la campaña, Lula les hizo guiños, pero sin especificar qué medidas adoptaría. No obstante, el 20 de octubre su partido publicó las propuestas de políticas de género, empezando por el relanzamiento del Ministerio de la Mujer, cerrado tras el impeachment de Dilma Rousseff en 2016.
“La existencia del Ministerio de la Mujer es fundamental para el desarrollo de políticas públicas de salud, educación, empleo y vivienda con perspectiva de género”, comenta Amanda Kamanchek, coordinadora del think tank feminista Think Olga.
Kamanchek señala la importancia de que las mujeres estén representadas no solo en dicho ministerio, sino en todas las esferas del Ejecutivo. Aunque su plan de gobierno no menciona nada en concreto, Lula ha defendido que los partidos de izquierda se reúnan para discutir formas de que las mujeres ocupen “el lugar que les corresponde en la sociedad brasileña”.
La expectativa es que políticas como Marina Silva, quien fuera ministra del Medio Ambiente en su primera legislatura, y Simone Tebet, quien se presentó como candidata a la Presidencia en la primera vuelta, formen parte de su equipo.
Además, en un país donde se registra un caso de feminicidio cada 24 horas, donde 26 mujeres sufren agresiones físicas cada hora y donde una violación sucede cada 10 minutos, Lula prometió recuperar el programa de combate a la violencia de género “Mujer Vivir Sin Violencia”, con la “ampliación de medidas de prevención” y de una red de servicios para las víctimas.
Para la abogada Luanda Pires, coordinadora del #MeToo Brasil, presidente de la Asociación Nacional de Mujeres LBTI y quien se reunió con Lula durante su campaña, las propuestas son insuficientes. “Es un plan de gobierno demasiado generalista, que puede aplicarse para cualquier minoría, sin medidas específicas”, lamenta.
Ella afirma que, debido a la “destrucción” del Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer durante el gobierno de Bolsonaro, no hay recursos suficientes ni siquiera para reanudar las reuniones de la entidad.
“Es una pena que no tengamos propuestas más concretas sobre la retoma de políticas de protección de niñas y mujeres, pero el historial de sus legislaturas nos permite vislumbrar un diálogo entre la sociedad civil y el Estado. Esperamos que las políticas se construyan en conjunto con las organizaciones de mujeres y LGBTI”, añade.
El desempleo femenino será otro desafío para Lula. La participación de las mujeres en el mercado laboral cayó un 50,6% en 2021, y su tasa de desempleo es 54% superior a la de los hombres, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
Ellas también ganan un 20,5% menos que ellos y ocupan solo el 38% de los puestos de liderazgo en Brasil. Sin detallar un plan de acción, Lula prometió implementar políticas para integrar a las mujeres al mercado formal. “Igual salario por igual trabajo en todas las profesiones”, defendió en más de una ocasión durante su campaña.
También propuso un programa de vivienda enfocado en mujeres -debido a que ellas ocupan 15 millones de hogares inadecuados, según datos de la FIP (Fundación João Pinheiro)-, así como la ampliación de una red de servicios públicos como guarderías y centros de educación integral.
Para combatir el endeudamiento de esa población, que corresponde al 80,9%, Lula prometió “retomar los beneficios con foco en las familias con mujeres y niños”. Esto implica la expedición de una tarjeta bancaria a nombre de la beneficiaria, la valorización del salario mínimo y la ampliación de la protección social.
Para poner el foco en las mujeres negras, uno de los grupos sociales más vulnerables de Brasil –ganan menos de la mitad que los hombres blancos, son las principales víctimas de feminicidios y las más expuestas a problemas relacionados con la vivienda– Lula propuso recrear el Ministerio de la Igualdad Racial y se comprometió a garantizar “que no queden impunes los feminicidios y las agresiones, incluidas aquellas resultantes de la violencia policial”.
También pretende “retomar y ampliar la Política de Atención Integral a la Salud de todas las mujeres, combatiendo la mortalidad materna y asegurando una atención de calidad en todas las etapas de la vida”. Sobre el aborto, al que se opone personalmente, declaró que debe ser tratado como un “problema de salud pública”.
¿Qué les prometió Lula a las comunidades LGBTI?
Brasil es el país que más mata personas LGBTI, según el Observatorio de Muertes y Violencia contra LGBTI+. Solo en 2021, 135 personas trans y travestis fueron asesinadas. Esa población, además, enfrenta grandes dificultades para encontrar trabajo y acceder a la educación, la atención médica y la vivienda.
Aun así, Lula los mencionó solo dos veces en su plan de gobierno.
“No habrá democracia plena en Brasil mientras las mujeres y los hombres brasileños sigan siendo atacados, moral y físicamente, o incluso asesinados por su orientación sexual”, afirma. El documento también establece que es necesario crear “políticas que garanticen el derecho a la salud integral de esta población, la inclusión y permanencia en la educación, en el mercado laboral y que reconozcan el derecho a las identidades de género y sus expresiones”.
No obstante, el presidente de la Alianza Nacional LGBTI+, Toni Reis, considera que son propuestas tímidas. “Están hechas para no desagradar a los sectores más conservadores de la sociedad. La falacia de la ideología de género difundida en este gobierno ha amedrentado a partidos y políticos, lo que se nota en los programas de gobierno.”
Toni argumenta que para garantizar los derechos de ese grupo, debería crearse un Consejo Nacional LGBTI+ en Brasília, con representantes de “todas las interseccionalidades de la comunidad”, desde jóvenes hasta ancianos, personas trans, personas con discapacidades y de diferentes espectros políticos.
Señala, sin embargo, que la prioridad debe ser “sensibilizar y capacitar” a los agentes de seguridad pública, para que sepan atender a las víctimas, registrar las denuncias e iniciar las investigaciones. “Lula siempre respetó los derechos humanos, así que estamos optimistas. Vamos a trabajar juntos para combatir la violencia y la discriminación”, concluye.
¿Y qué podemos esperar respecto al medio ambiente?
La deforestación de la Amazonía aumentó un 73% durante el Gobierno de Bolsonaro, según datos del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE). De manera que esta deberá ser una de las prioridades de Lula en política ambiental.
Lula afirmó que conservará todos los biomas brasileños, que pretende cumplir con los objetivos del Acuerdo de París y garantizar la transición energética. En su plan de gobierno, aboga por que el Estado sea “protagonista” de dicha transición, se comprometa a adoptar políticas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y garantizar la sustentabilidad en las actividades productivas.
“Nuestras principales expectativas son las políticas de transición ecológica sostenible y el apoyo a la agricultura familiar, sobre todo por el impacto que eso tendrá en las políticas sociales, especialmente para las mujeres”, comenta Kamanchek, de Think Olga.
En ese sentido, quizás la principal promesa de Lula sea crear, por primera vez en Brasil, el Ministerio de Pueblos Originarios, que quedará a cargo de una persona indígena. “Vamos a recuperar todas las áreas indígenas, vamos a prohibir cualquier ocupación de minería ilegal en la Amazonía y toda deforestación ilegal”, afirmó.
También señaló “que la política ambiental se va a tratar de manera transversal, es decir, todos los ministros van a tener una obligación con el tema climático. Vamos a tratar de hacer de la biodiversidad de la Amazonía una forma de enriquecer a ese pueblo”.
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