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Una periodista en Venezuela afronta los estragos por cubrir historias en zonas de riesgo. Para lidiar con entornos así en México, por ejemplo, ha servido la creación de redes de acompañamiento a periodistas. Así este reportaje explora preguntas como la siguiente: ¿Cómo impacta cubrir historias de violencia y trauma a periodistas?

 


 

En febrero de 2018 la periodista freelance Alicia Hernández se encontró con su colega venezolana María Ramírez en Bolívar, un estado minero y fronterizo al este de Venezuela. Las periodistas entraron al área de urgencias pediátricas de un hospital y se dieron cuenta que “absolutamente todos los niños tenían desnutrición”. Alicia contó la historia de dos gemelos víctimas de desnutrición.

“Veía a los niños. Intentaba gritar y no me salía la voz. Recuerdo, en el sueño yo estaba levantando la garganta como para que me saliera la voz. No me salía. Me veía con impotencia absoluta porque sentí que a la gente como que le daba igual y que yo no podía hacer nada. De hecho no pude hacer nada. Joendry murió”.

Joendry falleció en agosto. María cubrió la historia y Alicia la escribió desde Caracas. Dos días después de la publicación Alicia viajó en estado de shock a España, su país de origen. 

“Esa historia me destapó una olla de presión que yo desconocía. Llegué y lo primero que les dije a mis padres fue: no quiero hablar de Venezuela. Estaba olvidadiza, todo me daba igual, estaba irascible y me llegó una sensación de no querer volver [a Venezuela]. Dejé de escribir. Me costó mi relación. Sentía que nadie me entendía y que nadie me podía ayudar”, me cuenta Alicia desde Caracas por videollamada.

Eventos relacionados con la muerte, la violencia y el sufrimiento humano pueden ser especialmente preocupantes para los periodistas, sobre todo cuando estos eventos involucran niños. 

Cubriendo el Trauma: Impacto en Periodistas [Dart Center, 2015]

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La naturaleza del oficio periodístico conlleva poner el cuerpo y las emociones. En entornos de violencia sociopolítica implica también que los y las periodistas se enfrentan a impactos físicos y emocionales que son importantes de reconocer para poder afrontar y crear estrategias frente al dolor. 

Existen dos investigaciones de 2012 que dan cuenta de una prevalencia del 4.3% y 33.9% de sintomatologías de Estrés Postraumático en periodistas mexicanos en el contexto de violencia organizada en la llamada “guerra contra el narcotráfico”, derivada de la estrategia de seguridad implementada en el gobierno de Felipe Calderón [2006-2012]. 

Ángel Juárez, psicólogo que ha trabajado en el Centro de Crisis de Barcelona y dentro del programa de Intervención en Crisis a Víctimas de Desastres Naturales y Socioorganizativos de la UNAM, cuenta que “las afectaciones pueden presentarse hasta un mes o hasta años después de los sucesos que se experimentaron.”

De acuerdo con lo encontrado por Juárez la sintomatología puede agruparse en cuatro grandes elementos:

RECUERDOS

  • Recurrencia de recuerdos sobre los sucesos ya experimentados de manera intrusiva, involuntariamente y de manera angustiante.
  • Revivir el evento como si estuvieran ocurriendo de nuevo.
  • Sueños perturbadores o pesadillas.
  • Angustia emocional grave o reacciones físicas a las cosas o los lugares que se asociaron al evento o los eventos.

EVASIONES

  • Evitar a las personas, lugares, o todo aquello que tenga o haya tenido relación con el evento.

PENSAMIENTOS 

  • Pensamientos negativos sobre uno mismo.
  • Sensación de desesperanza hacia el futuro.
  • Afectaciones en la memoria.
  • Sensación de insensibilidad, falta de interés.

REACCIONES 

  • Sensación constante de alerta.
  • Trastornos de sueño y alimentación.
  • Consumo de sustancias.
  • Trastornos depresivos, de ansiedad.
  • Irritabilidad, conducta agresiva,  culpa y vergüenza.
  • Incapacidad.

Las y los periodistas no son solo espectadores de la violencia

Desde el punto de vista de Aluna, [una asociación civil mexicana que trabaja desde la perspectiva psicosocial con personas defensoras de derechos humanos y periodistas] es importante situar que las experiencias de las y los periodistas no deben verse de manera aislada o individual, sino que son parte de un contexto social atravesado por diferentes violencias ejercidas por actores con poder.

Alicia Hernández, quien lleva 9 años viviendo en Venezuela, describe así el cómo se mezcla la cotidianidad venezolana con su labor periodística:  

“Aquí todos vivimos —en cierto modo— con depresión, miedo o Síndrome de Estrés Postraumático. Veo titilar la luz un poco y me asusta, no hay agua, te cuidas el celular en la calle o de no salir tan tarde. Ahora mismo no hay escasez pero compro papel higiénico como si vivieras en una familia de diez personas. Te lo cuento y pienso: no es tan grave. Pero tener la vida medida en todo no es normal”.  

Además de la escasez y los apagones, los periodistas en Venezuela enfrentan una batalla por su seguridad y libertad de expresión para cubrir y contar las realidades del país. Ese contexto ha permeado también en los círculos de amistad de Alicia. En el último año y medio la mayoría de sus amigos y colegas han salido del país. “Que te vayas quedando sin gente afecta mucho”, dice. 

La violencia sociopolítica genera impactos que afectan el cuerpo, las emociones, las redes y el tejido social. 

“Los riesgos físicos pueden ser agresiones directas como golpes, detenciones, tortura o desaparición. Pero también se ejercen en la psique y tienen que ver con el miedo generado por la violencia sociopolítica y que mucho es también la criminalización de la labor, el desprestigio, la censura, la autocensura, el desplazamiento forzado, el exilio. Y en los impactos emocionales hay procesos de culpa, de duelo porque hay pérdidas de muchos tipos, desde vidas hasta el mismo proyecto de vida”, explica Laura Espinosa, coordinadora del área de acompañamiento psicosocial de Aluna. 

Alicia pasó mes y medio en España después de que salió de Venezuela en estado de shock. Luego viajó a Colombia, durante una semana, tras esto volvió a Caracas y al poco tiempo comenzó a escribir historias sobre la crisis sanitaria y cómo afecta a niñas y niños que tienen que hacerse trasplantes. Sin embargo, Alicia no volvió a Bolivar.

Me di cuenta que no soy Wonder Woman

Alicia inició una terapia psicológica y seguía insistiendo en irse de Venezuela. En el momento de convencerse de partir comenzó a remodelar la casa donde vive. La pintó, ordenó y decoró a su gusto. Fueron momentos de mucho silencio, de escucharse.

“Empecé a reconocer mi vulnerabilidad. Empecé a saberme quebrada. Y es que yo juraba ser Wonder Woman”, me cuenta esto mientras estira su mano delante suyo. Enseguida, riéndose me muestra en la pantalla una figura de acción de la superheroína de Temiscira. 

Desde la perspectiva de Aluna, el momento de reconocerse vulnerable es situarse en un contexto de violencia sociopolítica como un actor político que genera información, construye discursos y coloca temas en la sociedad. “En la medida en que reconoces los impactos de ese quehacer político entonces te conectas como persona”, afirma Jessica Arellano, del área de incidencia de la asociación.  

La primera vez que Alicia habló de manera pública sobre cómo se sentía y qué estaba viviendo fue en un foro organizado por Efecto Cocuyo, un medio periodístico independiente de Venezuela. Ahí se dio cuenta de algo más:

“Nos hace falta hablar, drenar. Quitarnos el miedo a hablar de depresión, mirarnos, mirar nuestras redacciones, sentarnos y hacer catarsis entre nosotros”. 

Redes y trenzas de contención

En América Latina, una de las formas registradas de “acuerpamiento” entre periodistas han sido las redes. 

En México la Red de Periodistas de a Pie se ha distinguido desde hace más de 10 años como una organización de periodistas para la profesionalización del periodismo. Y si bien la Red no lleva a cabo acompañamientos sí da asesorías a colegas que se encuentran en situaciones de riesgo y genera vínculos con organizaciones especializadas en atención psicosocial. 

Marcela Turati es una periodista independiente especializada en investigar y cubrir violaciones a derechos humanos y sus efectos no solo en las víctimas sino también en las y los periodistas que cuentan estas historias. 

Marcela fundó junto a otras colegas la Red de Periodistas de Pie y, aunque ya no forma parte de la organización, ha sido una de las voces más potentes al momento de hablar sobre cómo la violencia afecta a las y los periodistas. 

“Las herramientas y técnicas clásicas del periodismo no son suficientes. Hay otras dimensiones, incluso espirituales, que nos pueden ayudar. Por eso hemos ido incorporando otras maneras, más femeninas, de cuidarnos. Y no saliendo a tomar a bares para olvidarnos del problema”, dijo Turati en la mesa de discusión, Dealing with Trauma [Lidiando con el trauma] durante la onceava Conferencia Global de Periodismo de Investigación en septiembre de 2019.

Sobre esto, Jessica Arellano de Aluna, comenta que a “la violencia sociopolítica le vienen bien las estrategias del patriarcado y la violencia patriarcal para tener mecanismos de poder, control y de instauración del miedo de la misma manera que la violencia patriarcal tiene sentido y adopta concreción y materialidad cuando se opera desde los poderes fácticos”. 

Frente a esa interseccionalidad de las violencias, las mujeres periodistas y defensoras de derechos humanos desde los feminismos o el saberse entre mujeres han acuerpado de maneras distintas los impactos de las violencias. 

Esto no quiere decir que los impactos afectan más a las mujeres que a los hombres, pero sí implica que existen matices de género sobre quiénes se ejerce esa violencia. Así mismo, en cómo se afronta, reconocen los impactos y se construyen herramientas de cuidado. 

Para Mónica González, fotoperiodista mexicana que cubre violaciones a derechos humanos, buscar la colectividad es una forma de “rescatarse”. 

En sus palabras, “la colectividad te enseña a poder salir y volver a entrar cuando tengas la fuerza suficiente, porque sino te quedas en el abandono. El abandono es un cuarto obscuro donde tú estás luchando contra esa oscuridad pero sólo traes una velita. Entonces, buscar alianzas, trabajar en colectividad y entender o buscar asesoría son los consejos que yo he aprendido a lo largo de esta trayectoria”. 

¿Qué les toca a los directores de medios?

Cuando Alicia atravesó el impacto que le trajo la cobertura de los gemelos víctimas de desnutrición no sintió el respaldo de sus jefes. Como periodista freelance Alicia tuvo que seguir produciendo contenidos. El hecho de haber escrito historias “light” y sentir que como periodista falló tiene que ver con que no tenía pies ni cabeza para escribir, pero no podía simplemente parar. 

“Una como periodista es responsable de reconocer lo que sientes, de trabajar en ti misma. Pero creo que a los directores de medios les hace falta empatía. Sentarse a hablar con sus periodistas. Es bueno saber que te apoyan cuando ganas un premio o haces buenas notas pero… [pausa y respira hondo]. Apóyame cuando estoy mal. Puedo estar curtida en mil batallas pero sé humano y pregúntame cómo estoy”, me cuenta Alicia con el rostro desencajado. 

Hace más de cinco años la Red de Periodistas de a Pie agregó a sus acciones de trabajo la seguridad emocional. “Para nosotros era relevante revisar cómo estaba nuestra situación emocional, asumir que nuestros riesgos no eran sólo por cubrir narcotráfico, sino también el estrés que genera la cobertura diaria, el cumplir con una cuota de notas, los malos salarios, etcétera”, cuenta Jade Cuevas, coordinadora de redes y libertad de expresión de la organización.

Jade considera importante generar relaciones de trabajo basadas en el respeto y al mismo tiempo dejar en claro la responsabilidad de los directores de medios como parte de la cadena de precarización laboral y vulneración de derechos. 

“Tenemos que ser muy valientes los periodistas en hacer público y exaltar que los medios de comunicación son los primeros vulneradores de derechos. Les hemos quitado presión a los dueños de medios de que si estamos como estamos no es solamente por el contexto de violencia de una guerra, no es por el mal gobierno, no es por los gajes del oficio, es también porque las condiciones laborales no son adecuadas”, resalta. 

“No hay un ABC del cuidado”

Laura Espinosa y Jessica Arellano de Aluna consideran que el cuidado y el afrontamiento se construye en función del reconocimiento, del contexto particular y de que cómo se reconstruye la persona conforme va generando reflexiones dentro de un sistema de violencia sociopolítica. 

Y ese proceso depende de cada persona, de la condición social, económica, política, de las posibilidades y capacidades. 

Alicia reflexiona sobre la importancia de romper tabúes entre el gremio periodístico:

“¿Por qué no hablamos más de esto en foros? ¿Por qué no decimos abiertamente lo que pasa con el tema del acoso, del abuso? ¿Por qué no hablamos de los temas que nos afecta a todos? Contemos nuestra experiencia. Somos humanos, no máquinas. Hablemos de esto, si no vamos a colapsar”.

Alicia es una mujer con fortaleza. Hoy pone su salud por delante y sigue trabajando en el reconocimiento de los impactos que implica su labor periodística en el contexto adverso de Venezuela. 

Antes de despedirnos le pregunté a Alicia, ¿cómo te apapachas? 

“Juntándome con gente querida. Leyendo. Teniendo momentos de soledad. Viendo a mi pareja y alegrándome de que todo lo que destruí logré reconstruirlo. Me apapacho viendo a mi hermano cuando voy a España, disfrutando con los amigos aquí, fuera y viviendo el hoy, el presente. Es bonito mirar atrás y wow, qué bien se ve el mundo ahora con estos lentes limpios”. 

 

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Ilustraciones: Alma Ríos
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México (1991). Periodista independiente egresada de Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México. Le interesa escribir sobre las infinitas posibilidades de habitar el género, las resistencias desde una perspectiva de derechos humanos. Ha publicado en varios medios digitales como Kaja Negra, El Beisman, Revista Hysteria.

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