¿Cómo se cuenta la esperanza en una región sin esperanza? Esa difícil pregunta inició el diálogo en el primer conversatorio del Foro Centroamericano de Periodismo en el Museo de Arte de El Salvador (MARTE), el martes 16 de mayo.
En alianza con la organización Centroamérica Cuenta, Marcela Zamora (documentalista salvadoreña), Sergio Ramírez (escritor nicaragüense), Karina Salguero Moya (editora costarricense) y Rodrigo Abd (fotoperiodista argentino con experiencia en Centroamérica), bajo la moderación de José Luiz Sanz, director de El Faro, discutieron los distintos matices de la desesperanza, lo macabro y las narrativas sobre la región.
De acuerdo con Sanz, existe la percepción de que la narrativa sobre Centroamérica se hace solo desde sus problemas. Pero, ¿cómo se puede hablar de esperanza en El Salvador, por ejemplo, cuando 8 de cada 10 personas quieren irse del país?
“Si uno quiere tener una visión optimista, sería preguntarnos cómo estamos hoy, y cómo estábamos a mediados del siglo pasado. En 1956, pocas semanas antes de que Rigoberto López Pérez ajusticiara al tirano Anastasio Somoza, en Nicaragua, hubo una reunión de presidentes de América Latina en Panamá. Cuando observo una fotografía de esa reunión, parece un verdadero zoológico. Está ahí Eisenhower, presidente de los Estados Unidos, rodeado de Somoza, de (Fulgencio) Batista, (Rafael) Trujillo, del general Ibáñez de Chile, Getúlio Vargas, acababa de caer (Juan Domingo) Perón, el general Osorio de El Salvador, el coronel Castillo Armas de Guatemala, y solo había dos presidentes civiles, que eran Siles Zuazo de Bolivia y José Figueres de Costa Rica”, dijo Sergio Ramírez de Nicaragua.
Para Ramírez, a pesar de las imperfecciones, después de las guerras civiles en la región, ahora por lo menos existe una cierta noción democrática, de alternancia de poder y elecciones relativamente justas (con la posible excepción de Nicaragua).
Karina Salguero, de Costa Rica, coincidió con Ramírez en ver a Centroamérica como un solo país, en donde no hay identidad sin diversidad.
“Yo veo una región que, coincido con don Sergio, es como un país, porque cuando uno se aleja un poco se da cuenta de que no nos conocen tanto como países independientes, sino como región”, dijo Salguero.
Por su parte, Marcela Zamora de El Salvador asegura que en sus documentales siempre deja, de forma intencional, una puerta a la esperanza. Sin embargo, señala que dentro de realidades tan terribles, como las que se dan en su país, incluso la esperanza puede ser macabra. Por ejemplo, en su documental “El cuarto de los huesos”, la esperanza es que las madres recuperen los huesos de sus hijos.
Zamora y Salguero coinciden en que en Centroamérica ven una peligrosa ausencia de humor en las narraciones sobre la región. Lo consideran un ausente peligroso, porque muestra una carencia de la capacidad de burlarse de sí mismos.
El fotoperiodista Rodrigo Abd, dice que cuando llegó a Guatemala se encontró con una realidad tan dura, que sintió que su responsabilidad era contarlo de la manera más cruda posible, para llamar la atención, indignar o tratar de lograr un cambio.
“A mí no se me ocurría contar algo divertido o muy esperanzador en un lugar que me había golpeado muy rápidamente. Pero, además, a los fotógrafos (de medios) en estos países solo nos llaman cuando hay una tragedia”, reflexionó Abd.
Si bien no se llegó a ningún consenso sobre qué tipo de esperanza podría rescatarse en una región tan llena de problemas, los panelistas apuntan a que existe un trabajo pendiente de contar las realidades de formas innovadoras y, cómo dijo Sergio Ramírez, sacando esperanza de las flaquezas.