Por Héctor Madariaga
Foto de Mariana Belloso
Un mundo globalizado, nuevos métodos de inversión financiera y la corrupción de las instituciones estatales plantean preguntas clave sobre las relaciones entre el poder público y el privado en América Latina.
¿Hay algo más político que la economía? Esta es la pregunta que intentó contestar el conversatorio con el mismo nombre del Foro Centroamericano de Periodismo (ForoCAP) en San Salvador, en el que participó el empresario Fernando Poma, integrante del Grupo Poma y propietario de importantes centros comerciales de San Salvador, Víctor Umaña representante del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible de la Escuela de Negocios, Incae en Costa Rica, y Carmen Aida Lazo de la organización Techo de El Salvador.
“La gente no siempre está interesada en saber qué piensa la otra parte, la que no piensa como nosotros”, expresó el periodista y economista Diego Fonseca, moderador de este panel, al explicar que El Faro pretende abrir conversaciones para escuchar a todas las partes. Sin embargo, fue notorio que en este conversatorio faltó la representación del sistema público, y el enfoque de la actividad permitió a los participantes vender sin cuestionamiento su visión económica del desarrollo centroamericano.
“En ocasiones, el principal problema [al desarrollo] es el factor económico e ideológico”, dijo el empresario Fernando Poma, quien se identificó como simpatizante de la derecha salvadoreña y del Partido Arena. Y bajo ese panorama los integrantes del conversatorio relataron sus experiencias en Costa Rica y El Salvador.
“Yo creo que es importante detenernos en este tema de la ideología, por ejemplo si desde el gobierno se cierran las puertas a los inversionistas para acordar proyectos, alianzas público privadas o planes de sostenimiento estatal, será muy difícil construir desarrollo. La pobreza continuará y el ahogamiento estatal se agudizará hasta llevar al descalabro financiero de las entidades públicas”, siguió relatando en su primera participación el empresario Poma.
El enfoque lo continuó Carmen Aida Lazo. “El gobierno de El Salvador ha demostrado una nueva relación con el empresariado, en los últimos diez años, tenemos un sector público más transparente”, Lazo se refiere a la creación de la Ley de Acceso a la Información Pública y a la Ley de Competencia empresarial implementada en 2006.
En El Salvador antes de 1990 los empresarios cuestionaban al gobierno por la ausencia de estas normativas que limitaban sus relaciones y los acuerdos financieros entre ambos sectores. Lazo habló de la transparencia y el diálogo como el primer paso hacia las alianzas y creación de políticas de reajuste económico.
Por su parte Víctor Umaña se enfocó en su experiencia en Costa Rica y la región centroamericana: “si no hay unión entre ambos sectores no se saldrá adelante, creo que es importante que existan puentes y vínculos.” Para Umaña, algunos gobiernos por priorizar lo ideológico desestiman propuestas empresariales y se van con gente que no tiene capacidad para desarrollar los países. “Por ejemplo: si uno quiere construir una casa no va a contratar a un poeta solo porque simpatizo políticamente con él, todo lo contrario uno contrataría a un ingeniero o arquitecto, sin importar su tendencia ideológica”, relató Umaña.
Ante la falta de cuestionamientos por parte del moderador, los invitados expusieron de forma breve su visión para las sociedades de la región centroamericana.
Víctor Umaña amplió el análisis más allá de la ideología. “El empresariado es víctima de su propio éxito; es decir, la sociedad cada vez está más globalizada, la gente puede comprar lo que sea en internet, si usted quiere un podcast de un equipo de fútbol de la tercera división de Alemania usted lo puede comprar, el mercado libre está a la orden del día y el empresariado mundial ya se adelantó ante cualquier política pública de los gobiernos. Los gobiernos ya son incapaces de mantener ese estilo de vida de la sociedad, por eso tarde o temprano deberán buscar a los inversionistas, plantearles alianzas”, dijo Umaña.
“Yo veo la posibilidad real de hacer alianzas público- privadas y el sector privado lo hace de forma transparente”, comentó Umaña.
El proceso más agudo de América Central de alianza entre gobierno y empresarios se vive en Honduras, país donde avanza a pasos agigantados la concesión de carreteras, empresas estatales y hasta hospitales, generando rechazo y denuncia por parte de la población.
Para el empresario Poma, El Salvador está a tiempo de apostarle a dos cosas: una, las alianzas estratégicas y el plan de ajuste económico. “Nos hace falta pragmatismo, si los gobiernos por cuestiones ideológicas no toman medidas prácticas para salvar la nación entonces nos iremos a la quiebra, por eso tenemos opciones: subir impuestos y reducir la estructura estatal para invertir esos fondos en planes de inversión social que también permita favorecer a los más desposeídos”, culminó Poma.
Una lluvia de delincuentes
No se puede hablar de economía para la región sin referirse a Estados Unidos, por eso en el cierre del conversatorio el moderador Diego Fonseca abrió el debate sobre el impacto del gobierno de Donald Trump y las preocupaciones que este nombre y sus políticas genera al empresariado de América Central.
“Ya pasaron más de cien días, todavía no tenemos medidas graves en materia económica que nos afecten. Sabemos todo lo que Donald Trump habla de México y los migrantes y es en ese ámbito que debemos preocuparnos, si las deportaciones se intensifican tendremos una crisis en la zona”, empezó el análisis Víctor Umaña.
Por su parte Carmen Lazo habló de la posible creación de un nuevo impuestos para las remesas, el que considera afectará de forma directa las economías, al menos de los países del triángulo norte. “Además de este impuesto, con las deportaciones los países afectados pueden convulsionar ante la falta de oportunidades”, mencionó Lazo.
Más directo fue el empresario Poma, quien se refirió a las deportaciones como una amenaza para El Salvador, dado que con esto se produciría una “lluvia de delincuentes en el país”. Y fue más allá: “El Salvador no está preparado para recibir a delincuentes, si en este momento se lucha contra las pandillas no quiero imaginarme si Trump deporta gente de este calibre”, dijo.
Los invitados fueron claros en sus preocupaciones sobre el fenómeno Trump. El impuesto a las remesas y las deportaciones son temas que tienen a la expectativa a la clase empresarial de Centroamérica.
Finalmente, el público lanzó algunas preguntas, cómo si es posible replicar en Centroamérica el crecimiento que han vivido algunos países del sudeste asiático o qué nuevos métodos se pueden utilizar para fomentar el desarrollo. La actividad no dejó sabor a debate y la respuesta a la pregunta planteada en su título fue contestada tangencialmente.