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Por Angélica Medinilla

La búsqueda del “sueño americano”, la migración por motivos económicos hacia Estados Unidos, ya no es la única razón de los movimientos migratorios en Centroamérica. Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el año pasado, se movieron 164 mil personas del triángulo norte que buscaban refugio en México, Belice, Costa Rica, Nicaragua. El destino dejó de ser importante. No sólo migraban, sino que huían.

“Los refugiados centroamericanos huyen de la violencia, del control y poder de las pandillas en el territorio. Desde que fracasó la tregua con las pandillas en El Salvador, experimentamos una escalada de violencia: 103 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2015”, señala Carlos Martínez reportero de El Faro. Autor del libro Crónicas Negras: desde una región que no cuenta.

Carlos Martínez (El Salvador), Noah Feldman (EE. UU), Ramón Márquez (México), participaron en el conversatorio: “Nuevos refugiados centroamericanos: cuando se te acaba un país”, moderado por Maye Primera (Venezuela), en el marco del Foro Centroamericano de Periodismo (ForoCap) organizado por El Faro.

Feldman es representante acreditado de BIA con YMCA International Services en Houston, TX. Trabaja proporcionando orientación legal y ayuda a los detenidos en custodia de migración en toda el área de Houston. Márquez es director de “La 72”, Hogar- Refugio para Personas Migrantes en Tenosique, Tabasco, México.

Durante el conversatorio, los ponentes se mostraron preocupados por el descuido estatal, por la falta de políticas migratorias con una visión de derechos humanos y la negación de derechos fundamentales a la niñez y adolescencia. Ramón Márquez explicó que, según su visión, el Programa de la Frontera Sur en México fue un cierre de fronteras, con el objetivo de garantizar el control migratorio desde un enfoque de seguridad nacional.

En 2014, la ola de niños migrantes no acompañados, hizo que los países se replanteen el papel del Estado en garantizar los derechos fundamentales de acceso a salud, educación y vivir en seguridad. Para Martínez, los refugiados que huyen son la fotografía de la ausencia del Estado. “Un descuido estatal hacia personas que consideran que su vida no tiene ninguna viabilidad si se quedan en el país, en países democráticos, que aparentemente funcionan”.

Desplazados por la violencia

Durante la conversación, Maye Primera, planteó la interrogante sobre: ¿cómo han visto que ha cambiado el perfil de la gente que no sólo migra, sino que pide refugio, las personas que lo que quiere por encima de todo es salir del país, salvar su vida?

Martínez explicó que no ha observado muchos cambios en el perfil de la gente que huye de sus países. Según el reportero, los cambios se han dado en el contexto, en el recrudecimiento de la violencia. Por eso, se ha dado un aumento en las solicitudes de refugio. Contó un caso en específico, donde todos los habitantes de un caserío tuvieron que moverse a un pequeño pueblo –Caluco–, por la amenaza de la pandilla del Barrio 18. En el pueblo de Caluco destinaron la única cancha de basquetbol para convertirla en una especie temporal de campo de refugiados.

“El Salvador podía atestiguar en vivo desde su televisor, la manera en que se desalojaban comunidades enteras por amenaza pandillera, con la policía actuando como una especie de servicio de mudanza alternativo. Algo que no veíamos desde que terminó la guerra civil. Es decir, movimientos de desplazados internos que demandan asistencia”, narró Martínez.

En “la 72” también han tenido que reconfigurar el modelo de atención. Márquez comentó que han cambiado de ser un lugar de paso, de tránsito migrante, a convertiste en un campamento de refugiados. “Somos los nuevos campamentos de refugiados que están atendiendo esta crisis humanitaria. Estamos desbordados”, dice Márquez.

El cambio en los movimientos migratorios

El Salvador fue el país de la región del triángulo norte que más solicitó refugio durante 2016. 41 mil salvadoreños pidieron auxilio a otros países. Carlos Martínez pide no olvidar la cifra negra de personas que no conocen qué es el refugio o no tienen las posibilidades legales para hacer la solicitud.

Feldman ayuda a las personas que quieren aplicar al asilo y refugio cuando no tienen un abogado en Houston. Reconoce que muchas veces se frustra porque no ganan varios casos de apelaciones o solicitudes de refugio. Uno de los principales obstáculos que identifica, es la política de Estados Unidos de negar el asilo a personas de Centroamérica.

A pesar de las frustraciones que experimentan en su trabajo diario, Feldman y Márquez coinciden en que la clave es mejorar el acceso a la información, que los migrantes conozcan qué es el refugio y puedan tener la posibilidad de solicitar ayuda.

Entre las preguntas del público, uno de los asistentes lanzó el cuestionamiento sobre el término: “Me surge confusión con el uso del concepto de refugiados, ¿hay gente que está refugiada y que no debería estarlo?”, preguntó. Márquez contestó que el tema de refugiados se vuelve político. “Migrante-refugiado es una trampa diferencial porque a una gran mayoría se les violenta y los desplazan de forma violenta directa o indirecta”.

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