Francia Márquez es una mujer, negra, víctima del conflicto, desplazada y amenazada, antiracista, feminista, incluyente y defensora de los derechos del medio ambiente, que sueña ser presidenta. Este 13 de marzo esta precandidata que se disputará la candidatura a la presidencia de Colombia en las consultas interpartidistas con la coaliciónP acto Histórico.
Texto: Laura Valentina Cortés Sierra
Fotos: Darwin Torres
Imagínense un país, el más peligroso en el mundo para defender el ambiente, particularmente para las personas indígenas; en el que el racismo es estructural al punto de que en algunos territorios no censan a las personas negras; un país transfóbico en el que asesinaron a cinco mujeres trans en la última semana, y feminicida de 622 mujeres sólo el año pasado. En ese mismo país el conflicto armado dejó cerca de 73 mil 900 personas desplazadas tan solo en 2021 y más de 1200 defensores de derechos humanos y del territorio asesinadxs desde 2016, cuando se firmó un acuerdo de paz. Ahora imagínense que en ese país, hay una mujer, negra, víctima del conflicto, desplazada y amenazada, antiracista, feminista, incluyente y defensora de los derechos del medio ambiente, que sueña ser presidenta. Ese país se llama Colombia y ella se llama Francia Elena Márquez Mina, como le gusta que le digan para honrar la labor de su madre al criarla.
Cuando veo a Francia Márquez con la voluntad más que política, social, de gobernar por y para nosotrxs desde el amor por el territorio, por la vida y por la paz, es irremediable que recuerde las históricas manifestaciones del 2021 y rememore uno de los millones de carteles que decía: “Cuando el poder del amor sea más fuerte que el amor por el poder, comenzaremos a vivir mejor”. Pues la misma Francia lo dijo en una entrevista en Buenos Aires: “Hay la necesidad de una política que se piense desde la raíz, que se piense desde las periferias, que se piense desde el amor, desde la sabiduría, desde otras lógicas”.
Francia Márquez suele enfatizar en sus discursos que cuando quiso lanzarse a la presidencia la tildaron de “igualada” y le dijeron que nadie iba a votar por ella. Desde su inteligencia ancestral, ella tomó esas expresiones y se las apropió. “Aquí estamos lxs nadies de este país”, dijo en su discurso de cierre de campaña, mientras enumeraba con ardor en la mirada, a campesinxs, mujeres, negrxs, indígenas, personas trans, entre muchas otras. Al documental sobre su candidatura lo llamaron “Igualada”.
Francia es una utopía vestida de humildad que podría volverse realidad para Colombia este 13 de marzo en la consulta interpartidista del Pacto Histórico, la coalición de centro izquierda, de la cual se elegirá quién será el o la candidata presidencial para la votación presidencial del 29 de mayo.
Todo comenzó con un tuit en agosto del 2020 que decía: “Quiero ser Presidenta de este país. Quiero que nuestra gente se sienta libre y digna. Quiero que nuestros pueblos puedan ser desde sus diversidades culturales. Que nuestros territorios sean espacios de vida. Que nuestros niñ@s puedan andar sin miedo de ser asesinados”. En abril de 2021, en el marco de la Convención Nacional Feminista, ofializó su candidatura y en julio del 2021 se reiteró su precandidatura como parte del Pacto Histórico.
Francia no visita al pueblo, Francia es el pueblo
“Yo no visito los territorios, yo soy del territorio”, ha repetido la oriunda de Cauca en varias de sus entrevistas. Francia no necesita hablar de empatía, Francia entiende de primera mano el dolor de la guerra, el racismo, el machismo y construye con las víctimas de esa guerra, construye como iguales. Y esto se traslada también al nombre de su partido “Soy porque somos”. ¿Qué hay más poderoso que reconocer que ella es una construcción colectiva del pueblo para el pueblo?
Su origen está en una comunidad en zona rural del municipio de Suarez, norte del Cauca, entre el río Ovejas y el Cauca. Desde los 15 años empezó su liderazgo social por defender el río, al decir no a su desviación y a su contaminación por minería, para proteger la casa grande, como ella llama nuestro planeta. Exigió consultas previas y luchó contra distintas multinacionales como Anglogold Ashanti. Este activismo eventualmente la pondría en riesgo y fue así que una madrugada tuvo que salir desplazada de su casa a las 2 de la mañana. “En ese territorio crecí, pero también aprendí la resistencia, que nosotros no éramos gente esclavizada, que nosotros éramos gente libre que fue esclavizada”.
El feminismo, su bandera verde/violeta, fue lo que le enseñó años después que quería trabajar por un país en el que las jóvenes tuvieran más opciones que tener su primer hijo a los 16, como ella, y vio con dolor el patriarcado en ese hombre que abortó su responsabilidad de padre y se desapareció. Así, mientras criaba a su hijo, trabajaba en casas de familia y en la mina; soñaba con estudiar, con viajar a África e investigar los orígenes de su piel y apellido. Pero cuando intentaron desalojar a su comunidad, la frustración de no entender los términos jurídicos y de querer proteger su territorio, la llevó a estudiar Derecho.
Estudió mientras cuidaba a dos niños, pagando semestres y aguantando hambre. “Tenía que escoger si comía o pagaba el tiquete para ir a estudiar”. El día a día de pelear por la rebaja en el precio del tiquete. Incluso aplazó un semestre porque habían matado a su sobrina de ocho años y ella destinó el dinero del semestre para pagar el funeral.
Entre esfuerzos loables se volvió abogada e incluso enfocó su tesis en los temas de consulta previa a las comunidades. Así se convirtió en el rostro visible contra los desalojos. Como ella se denomina, una “líder incómoda” que señalaba de frente la minería ilegal en el norte del Cauca. También fue representante de las víctimas étnicas del conflicto durante el proceso de paz.
Su activismo, en un país en el que defender el territorio en condena de muerte, la llevó a ganar el Premio Goldman en 2018, lo equivalente a ganar el premio Nobel de la defensa del medio ambiente. En noviembre del 2021, Francia hablaba de los privilegios que le dio el premio: “Un privilegio que ahora yo lo uso y lo pongo al servicio de la vida, yo creo que ese premio Goldman me empujó a tomar la decisión que hoy tomé”, señaló, refiriéndose a la intención de ocupar la presidencia.
Interseccionalidad real
Francia es esa fuerza que tiene la valía de estar cerca a las situaciones del pueblo y por eso logra que todxs veamos en ella una lucha con la que nos identificamos.
Francia utiliza muy seguido la palabra interseccionalidad para referirse a las violencias de clase, raza y género, que se plantea erradicar. Ha recibido apoyo de personas feministas como Gigi Borré y Karol Solis. De grupos LGBTIQA+ como la Red comunitaria trans, ecologistas como Ecoaneko, jóvenes creadoras de contenido como Lalis y Jessica Blanco, y partidos políticos como El Polo Democrático, el partido feminista Estamos Listas y el partido indígena AICO.
En un país que mata a negros, indígenas, estudiantes, mujeres, campesinxs y niñxs por igual, es tiempo de una presidenta, de una presidenta negra, feminista, antiracista, con las comunidades LGBTIQA+, de una presidenta que ponga en el centro la vida y las prioridades de los, las y les “nadies”, históricamente excluidxs.
Lo que hace a Francia, Francia
El pasado 7 de marzo, en Bogotá, Francia recibió en un encuetro de mujeres el mandato feminista, el cual contaba con los puntos construídos en conversaciones realizadas por distintas colectivas desde el territorio y las ciudades del país.
A aquel recinto entró con su sonrisa familiar y su elegancia de tono amarillo y kitengue de colores. Francia tuvo un gesto, que bien podría condensar su forma de hacer política: pasó por cada una de las sillas de las cincuenta mujeres en la sala y con un “abrazo ancestral”, como ella llama a su saludo, hizo sentir que abrazaba a una Colombia diferente. Accesible, cercana, risueña y seria a la vez, burlándose de su corta estatura, pero en ningún momento negociando nuestro derecho a decidir sobre nuestros cuerpos en los debates.
Al recibir los puntos a los que se comprometía con miles de colectivos feministas, alzó con una sonrisa resplandeciente y unas lágrimas orgullosas ese mandato que se construyó, como ese espacio, en círculos, en colectiva, escuchando, tomando el dolor y convirtiéndolo en resistencia organizada.
Llorando abrazó a sus hermanas, quienes la habían ayudado a recolectar las peticiones de tantas mujeres hastiadas de un país feminicida. Ella mostró una cara política quizá sólo presente en figuras como Antanas Mockus, de vez en cuando, una cara de fuerza en su sensibilidad, un grito de que como víctima lejos de ser débil, es la fuerza de miles que se cansaron de una política de la muerte.
La señora que estaba sentada a mi lado ese día me dijo con admiración: “Francia habla desde las entrañas”. Su autenticidad es innegable y eso la ha llevado a escalar en las encuestas en las que incluso al inicio ni la tenían en cuenta.
Es diferente en su sentir, en que transmite una genuina voluntad de paz y unos principios innegociables. Es claro que a diferencia de muchos políticos, e incluso presidentes de Colombia, no es un títere, no es solo la figura que pusieron ahí, ni un icono político de “buen apellido”. En sus propias palabras “si la gente decide apoyarme es porque ven en mí el reflejo de ellos y ellas. Sienten que esta es otra forma de hacer política, una política verdadera, una política sin tener que obtener las ganancias de la muerte, del hambre y de la miseria de la gente”. Francia me enseñó en esta campaña la fuerza de hacer política con dignidad y coherencia.
Y ahora qué
Con el cálculo de más de un millón de votos, Francia sigue con el mismo discurso del 2021: como líder social entiende la frustración de movilizarse y que el gobierno no cumpla sus compromisos, como le dijo al podcast Autónomas de El Espectador: “Esa manipulación y ese engaño me cansó así que me di cuenta que hay que ocupar la política, hay que ocupar el Estado.”
Este 13 de marzo compite con Arelis Uriana, mujer Wayuu, y con tres hombres Camilo Romero, Alfredo Saade y Gustavo Petro. Esta diversa coalición de centro izquierda había pactado desde sus orígenes que la segunda mejor votación se llevaría la vicepresidencia. Francia Márquez dijo recientemente que honrará su palabra, la duda central es si en caso de ganar Petro, quien muchxs dan por ganador, también la honraría.
Francia es consciente de que una gran parte de la población no considera como una posibilidad real que le gane a Petro, aún así ella ve en este primer salto presidencial avances inminentes. “Petro tiene 30 años en la política, nosotrxs apenas estamos empezando. Yo tenía 10 años cuando Petro ya estaba en política. Creo que hemos avanzado demasiado sabiendo que apenas estamos empezando a entender, participar y a ver las lógicas de esta política representativa”.
La campaña de esta “igualada” que habla en plural y se siente orgullosa de su madre partera y de sus raíces africanas, ha sido emocionalmente desgastante. “Es fuerte que nos digan a las mujeres que no tenemos capacidad de gobernar porque nunca hemos estado ahí. La experiencia que tiene el patriarcado y que tienen estos hombres blancos privilegiados que nos han gobernado, pues esa no es una experiencia que yo quiera tener, es una experiencia que no nos ha permitido a las mayorías vivir en dignidad”.