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Lisette Prado ha construido su vida en el mar. Desde ser una de las primeras mujeres representantes en campeonatos de surf en Ecuador y mantenerse constante hasta ceder olas a las mujeres que se han volcado a las playas ecuatorianas para surfear en los últimos años. 


 

La foto oficial del equipo ecuatoriano de Surf en los ISA World Surfing Games, en el 2004, muestra cuatro mujeres al frente; de rodillas con sus tablas horizontales en el piso. Una de ellas, tiene cabello rizado y rubio, y los ojos casi cerrados por el resplandor del sol. Esa chica, sigue activa en el surf ecuatoriano 17 años después. 

Competitiva. Deportista. Son dos de las palabras que usa Lisette Prado Thoret (Guayaquil, Ecuador, 1987) constantemente cuando habla de su vida con un tono relajado y una rapidez difícil de seguir a ratos. Contesta la llamada en un espacio ajetreado de su agenda; entre preparar sus clases de surf para niños en temporada de vacaciones escolares y los pedidos de atención de sus dos hijas.  La historia de vida de Lisette es una historia de experiencias nuevas, constantes retos que enfrentó y de los cuales salió victoriosa, los cuales cuenta de manera desenfadada. 

Desde el día que tomó la tabla con su padre y aprendió a surfear, sus actividades han cambiado, pero su raíz creció en el mar. Pasó por  representar al Ecuador en campeonatos desde los 14 años en categoría tabla Surf tradicional a Surf de Pala (o remo) en carreras (SUP por sus siglas en inglés), deporte que puede practicar con o sin olas y sin viento. Es decir, todos los días, Lisette se la podría pasar en el mar.

Ha sido subcampeona latinoamericana de Surf de Remo en 2017, segundo lugar en los Juegos Bolivarianos y tercer puesto en los Panamericanos de 2018. En 2016 fue la primera ecuatoriana en participar en la carrera Molokai-2-Oahu,una carrera entre la isla de Molokai y Oahu de 42 kms SUP. Actualmente se encuentra dentro del programa ecuatoriano de deportistas de alto rendimiento, un programa que apoya el desarrollo de deportistas en el país.  

¿Cómo llega el Surf a tu vida?

Yo empecé a surfear con mi papá, porque él surfea. Yo he sido super deportista toda la vida, era cheerleader (porrista) a morir en mi colegio. Y mi papá me insistía y un día dije “ya, bueno.” Y fui y de una me pude parar y fue como amor a primera vista. Tenía 13 años. No era tan pequeña, era más grande, pero cómo yo hacía deporte… entonces, por eso fue super fácil pararme en la tabla y por eso me enganché. Porque tú cuando empiezas, a mucha gente se le hace un poco complicado, pero yo contaba con algo de destreza porque hacía algo de gimnasia. 

Paddleboard (Surf de Remo) hago como hace seis años, cinco años que empecé. También lo empecé con mi papá, él vive en Hawái y es quien me anima en estas locuras. 

¿Y cómo empezaste a competir? 

Esto se dio por casualidad, porque yo no era surfista… yo lo hacía como un hobby. Era chévere.

Un día había una competencia internacional, un Bolivariano en mi playa, la playa a la que voy todos los días, La FAE [Playa dentro de la base de la Fuerza Aérea Ecuatoriana en Salinas]. Entonces les faltaba una chica que participara porque, en ese momento, en Ecuador no había muchas chicas que surfeen y no sabían a quién decirles. Debían ser  cuatro mujeres y eran tres. A mí me llevaron de relleno para ya, hacer puntos por el país, ¿no? Nadie me tenía esperanza. Bueno, fui y avancé y quedé en quinto lugar sin querer queriendo. Esto en el año 2000, tenía 13 años. Claro, esto fue por casualidad, pero de ahí me animé como soy súper competitiva y empecé a entrenar y poco a poco fui dejando a las cheerleaders y me metí al surf y nos fuimos [a competir] a California, a Perú. 

Luego, dejé de competir, paré con tabla surf durante cinco, seis años. Pero como me gusta mucho el deporte, mi papá me enganchó en el Paddleboard (Surf de Remo). Entonces, de igual manera, necesitaban dos mujeres en Paddleboard y me llamaron. Y me quedé y, nuevamente, ahora con Paddleboard. 

¿Ser mujer, competir en Ecuador y representar a Ecuador?

Ahora veo muchas más mujeres compitiendo. Ahora son bastantes las mujeres que hay, las chicas. Yo me quedé bastante tiempo compitiendo, pero cómo tuve mi primera hija una tiene 11 años y la otra dos dejé de competir un buen rato. 

¿Qué condiciones deben mejorar? ¿Qué quieres ver más en el surf de mujeres?

Más apoyo a las surfistas. He visto muchas más mujeres. Y quiero ver que tomen olas más y más grandes. Que viajen más y que sean más respetadas, porque aún existe esa idea de los hombres sobre que las mujeres no pueden [surfear]. A veces abusan, no te dejan coger las olas, ven que estás remando y se meten, y cómo no les importa y se cogen la ola. A simple vista no es nada. Pero para nosotros, surfistas, es una falta de respeto. Yo les doy su carajazo.

No te dejan surfear, básicamente 

Exacto. No te dejan surfear y eso que yo soy mayor; me hacen menos eso. Pero yo los veo, vas a otras playas y hay una a la que no me gusta ir donde es peor; es una pelea, es horrible es un caso extremo. Hasta golpes, yo no voy mucho. En esa playa un hombre me insultó. Yo estaba en ese entonces surfeando con mi papá, pero cuando él regresó a Hawái y yo me quedé, no fui a esa playa más.  Pero hay playas tranquilas. Donde estoy es tranquila. 

¿Existe diferencia en los pagos de concursos a hombres surfistas versus mujeres? 

¡Claro! Debería existir más apoyo económico. La gente no sale a competir, no viaja, se queda por el tema de dinero. Yo también. Muchas veces no he ido por tema de dinero y pienso: “¿Y si pierdo? ¿Pierdo toda mi plata?”. Y te da recelo y no vas. 

¿La inversión de competir recae toda en el/la surfista?

Claro, todo. Si ganas, ya con eso que ganas tú vas y puedes escoger a qué campeonatos vas.  Ahí, las empresas ya se empiezan a fijar en ti [auspiciantes], pero si no ganas nada, no. Y entonces, muchas veces te da cómo miedo, es caro, es super caro. Incluso los equipos, las tablas. El Paddle es mucho más caro: Una tabla de Paddle cuesta entre 1,000 y 3,000 USD. El remo puede llegar a costar 500. El surf es un poquito más fácil porque te cuesta una tabla, ¿Que será? 500 dólares. Aún así, es caro.  

¿Y para personas que puede gustarle, pero no tienen los recursos para invertir y empezar? 

Es muy difícil, a menos que te auspicie una escuela y te den descuentos y beneficios. En mi caso, yo tuve a mi papi que practicaba el deporte y él me prestaba las tablas y yo no tuve que invertir. Él me regaló la tabla de él y así. Tuve ese apoyo y después como me fue bien, entré en el equipo de alto rendimiento en el Ministerio del Deporte y ellos me apoyan y ellos me dan las tablas, anualmente una tabla. Por eso he podido seguir. 

¿Cómo describirías estar en el mar a alguien que no surfea?

¡Es una sensación increíble! (Ríe). Es cómo ir en una alfombra mágica, una vez que vas, quieres volver a subir mil veces. 

Y el miedo al mar cuando viene una ola, un barril… ¿Cuándo se va?

Siempre da miedo. No se va. Para mí, una cosa que aún no supero es mi miedo a las olas grandes. Grandes para mi nivel… Me frena el miedo. Claro, si tú me ves surfear, me dices que me boto a olas grandes, porque sí tomo olas grandes; pero para lo que yo lo hago, debería tomar olas más grandes. Uno enfrenta ese miedo, no se va. Yo tuve una mala experiencia cuando empezaba a surfear casi me ahogo; tuvieron que sacarme,respiración boca a boca y no quiero volver a sentir esa esa misma sensación de que casi me muero.  Y me da recelo. 

Lo bueno es que puedo decir que ese miedo casi lo vencí. Ya no me boté a olas más grandes, pero igual seguí entrenando y surfeando. El reto es cuando me voy a otros países a competir – como Perú- donde las olas son super grandes, sufro. (ríe) Pero me toca meterse. 

¿Tu ola favorita?

Me gustan varias, en varias playas, todas aquí en Ecuador. 

¿Cómo sería el día perfecto surfeando? ¿Además de no tener a hombres robándose olas?

Sin viento y que las olas estén en un tamaño ideal. Dos metros, para mí es ideal. Hay gente que le gustan con tubos, más pequeños, más grandes. Para mí, dos metros es perfecto, sin viento. 

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Ilustración de portada: Rocío Rojas.
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Periodista freelance ecuatoriana reportando la intersección entre políticas públicas, derechos humanos y posconflicto. en 2020, fue becaria GK en Periodismo de Investigación en Derechos Humanos y ha reportado desde Ecuador y Colombia en medios como The New Humanitarian, New York Times, Foreign Policy, France 24 entre otros.

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