Feminista de madre feminista, poeta de padre poeta, Lucía Carvalho parece ser un puente entre el pasado y el presente. A sus 28 años ha publicado en diversas antologías a nivel nacional e internacional y coordina el proyecto de difusión digital cultural no binario Cyberelfa. Entre ser y no ser, Lucía es y con ganas.
Lucía Carvalho parece ser un puente entre el pasado y el presente. Feminista de madre feminista, poeta de padre poeta, pero hija de su tiempo. Leer (y escuchar) su poesía es una experiencia sensorial. Vienen a la mente sonidos, olores, temores y pensamientos universales. Se podría decir que crea poemas atravesados por la memoria, ese aparato caprichoso que nos configura.
Tiene 28 años, es oriunda de Santa Cruz (Bolivia) y asistió a un colegio católico tradicionalista. A la par estudió violín y formó parte de la banda La Luz Mandarina. Autodenominada millenial, es una gran amante del anime, la música, los memes y la Internet como extensión humana. Entre ser y no ser, Lucía es y con ganas.
Lucía escribe poesía y narrativa y ha publicado en diversas antologías a nivel nacional e internacional. En 2019 ganó el Premio Nacional de Poesía Pablo Neruda por su poemario Universo 127, que combina ciencia ficción, Internet, tecnología y cotidianidad. Además, participó en la antología de ensayo feminista La desobediencia (2019), en la antología 19 cuentos de terror (2020) y coordina el proyecto de difusión digital cultural no binario Cyberelfa.
Actualmente trabaja como redactora publicitaria y hace poco concluyó su maestría en escritura creativa en la Universidad de Salamanca.
¿Cómo llegaste a la poesía?
Creo que el momento clave fue cuando acompañé a mi papá a un festival de poesía en Colombia, porque mi papá es escritor, Homero Carvalho. Lo invitaron a un festival de poesía en Medellín (2010) y, bueno, yo lo acompañé. Y cuando vi a algunas poetas jóvenes que se estaban presentando en ese festival, como que vi otra cara de la poesía, una poesía más moderna, más descontraída.
El concepto de poesía que tenía era muy clásico, porque hasta ese momento la poesía que había leído era la poesía que nos daban en el colegio o poesía clásica que mi abuela sabía de memoria y me recitaba. Y, bueno, los poemas de Neruda que había leído. En ese punto yo tenía 17 años. Entonces, eso era lo que yo conocía como poesía, era bastante limitado.
Además de haber publicado en diversas antologías a nivel nacional e internacional y ganado premios, Lucía Carvalho coordina el proyecto de difusión digital cultural no binario Cyberelfa. Foto: Cortesía de la entrevistada
¿Tu cabeza solo suda poemas? (tiene un poema con ese nombre)
(Risas) Más o menos. Tengo uno que otro cuento escrito y a veces escribo una especie de ensayos y como artículos de opinión. A veces publico en alguna que otra revista digital, alguna cosa digamos que ya no tan literaria, que tiene que ver más con un análisis, una reflexión de algo que me llama la atención, ya sea que tenga que ver con el feminismo o con algo más político, ponéle, cosas así. Pero bueno, sí, más que nada mi cabeza suda poemas, eso sí.
Si pudieras ser un personaje de algún anime, ¿cuál serías y por qué?
Me encantaría ser Lain de Serial Experiments Lain. Es un anime que habla mucho sobre la identidad, que es lo que nos hace humanos, que nos diferencia de las máquinas; todo ese tipo de cuestionantes. Es muy cool porque Lain básicamente es una computadora. Entonces ella también se va dando cuenta de eso, porque ella creía que era una persona. Es súper interesante. Me gustaría ser ese personaje porque me parece muy cool el viaje que hace para encontrarse a ella misma: qué es ella en este mundo. Y creo que eso es algo que me conmueve mucho, esa búsqueda de identidad.
¿Qué diferencia sustancial consideras que tienen tus poemas en formato audiovisual de los escritos?
Creo que la intención de hacer la versión audiovisual es darle otra dimensión a ese poema y resignificar incluso algunas imágenes o ideas o metáforas que hay en ese mismo poema. Es como una reinterpretación de ese poema. Incluso me ha pasado [que he podido] hacer más de una [versión audiovisual] de un poema.
Por ejemplo, de No soy un robot he hecho como dos, creo, dos video-poemas, de ese mismo demo. Y podría hacerle más quizás, si lo pienso, si quisiera hacer más reinterpretaciones de eso. Porque lo interesante de lo audiovisual es esa posibilidad de jugar con otros elementos más allá de la palabra. Son otros lenguajes que combinan muy bien con el lenguaje escrito.
¿Piensas que lo virtual nos hace más o menos humanos?
Esa pregunta es un poco difícil. Creo que en este punto la virtualidad se ha convertido en una extensión de nosotros, de nuestro ser, y en algún momento yo quizás pensaba que nos volvía menos humanos, pero mientras más interactúo con la virtualidad y con, por ejemplo, las redes sociales, me doy cuenta de que conozco partes de personas que quizás en la vida fuera de línea no conocería.
Creo que la virtualidad nos da un espacio de vulnerabilidad también, como que otro tipo de vulnerabilidad. Siento que a veces las emociones están muy a flor de piel. Aunque no haya piel en la virtualidad, las emociones están muy expuestas. Por eso hay peleas incendiarias en Twitter, en Facebook. Siento que a veces nuestras emociones se amplifican demasiado en la virtualidad.
¿Cómo llegaste al feminismo?
De alguna forma siempre, desde mi adolescencia, estuve informada de lo que era el feminismo, porque mi mamá es feminista y siempre me hablaba de esas cosas. Pero me daba miedo decirme feminista porque decía: “No, yo no ando marchando en las calles, yo no estoy ahí”. Porque también la figura que yo tenía de feminista era Mujeres Creando(1), que es como el referente más grande aquí en Bolivia.
Entonces yo no me veía en ese activismo, en esa forma de feminismo. Creo que de a poco me fui dando cuenta de que el feminismo era mucho más que quizás ser activista. Como más que nada una búsqueda de encontrar respuestas a ciertas problemáticas con que las mujeres nos topamos desde niñas: acoso en la calle, estereotipos, expectativas, relaciones violentas, cosas así. Mi acercamiento al feminismo ha sido no tanto teórico, sino más de vivencia, de experiencia. Como una acumulación de situaciones incómodas, situaciones injustas, que me hicieron darme cuenta de que hay algo que pasa en la sociedad que quiero entender. ¿Qué es eso y por qué? Y ¿qué hacer para que cambie?
¿Crees que la actividad literaria debe estar separada del activismo o deben ir de la mano?
Para mí nunca se separan, nunca se pueden desligar. Eso no quiere decir que va a ser muy obvio el mensaje. A veces quizás el mensaje político está bastante sutil en una novela, en un poema, tal vez a simple vista no lo vas a encontrar, pero va a estar ahí. No me interesa mucho que mis poemas sean así, obviamente feministas.
Tengo algunos que sí tienen esa intención, como ¿Llegaste bien?, donde la intención es denunciar la culpabilidad de las víctimas de violación. Pero otras veces no tengo esa intención y aún así después lo releo y digo: “Ah, no, sí hay alguna cosa aquí que tiene que ver con feminismo”. Nunca se desliga para mí.
¿Cómo surgió Cyberelfa? (su plataforma multimedia de cultura)
El nombre de Cyberelfa nace porque yo tengo un amigo que es gamer y músico. Entonces yo me juntaba a hacer música con él y a pasar el rato, y me acuerdo que él me decía: “mi elfa”, “mi elfa no sé qué”. Yo no le entendía mucho y luego me explicó que hay gamers que les dicen elfa a sus novias (…). Me gustó mucho, la verdad, me llamó mucho la atención esa figura de una novia virtual. (…)
Entonces, como vi que estaba disponible el usuario en Instagram, lo tomé y al principio mi idea con Cyberelfa era nomás subir memes que me gustaban que no me animaba a subir a mi página personal. Entonces comencé a llenarla de memes. Y luego con una amiga que es músico dijimos: “Usemos la Cyberelfa para hacer eventos”, porque queríamos hacer eventos aquí en Santa Cruz que tengan que ver con música, poesía y otras disciplinas artísticas.
Empezamos a hacer eventos con el nombre de Cyberelfa y eso luego fue mutando a, por ejemplo, hacer fanzines, que tenemos dos publicados. Son de temática feminista, de género también, y bueno, de a poco fue tomando esa línea discursiva de cuestiones de género, de diversidad, de la comunidad LGBT y todo eso, porque siento que al menos acá en Santa Cruz hay pocos espacios para hablar de esos temas y sigue siendo una sociedad súper conservadora. Entonces creo que es necesario que existan espacios así.
¿Cuáles son las canciones a las que siempre regresas y por qué?
Regreso mucho a las canciones de Björk, me gusta muchísimo Björk. Yo era muy fan, por ejemplo, del disco Post, pero como que en el último año me ha gustado mucho Vespertine. Gorillaz también. Es mi infancia, básicamente. Regreso a canciones como Clint Eastwood, Feel good, y escucho las nuevas también, ¿no? Y luego también The Cure me gusta mucho. Just like heaven es una canción que de vez en cuando necesito escucharla. En español me gusta Julieta Venegas. Cuando era niña escuchaba un montón a Julieta Venegas. Entonces, también a veces me gusta recordar esas épocas. Daft Punk también es algo a lo que vuelvo siempre.
¿Si la memoria fuera un animal, cosa o forma específica, que crees que sería?
Yo creo que la memoria sería o un Ditto (Pokémon) o un Kirby (Nintendo), porque es como muy amorfa, y muy cambiante. Siento que estamos cambiando nuestros recuerdos todo el tiempo y la memoria va cambiando. Puede ser alegre un momento y en cierto momento eso mismo se convierte en muy triste, y ahí es cuando sale la nostalgia y otras cosas. Creo que es muy cambiante la memoria. Y creo que por eso me atrae. Me llama tanto la atención y escribo sobre esa fascinación por la memoria.
¿Me darías una polera que diga I love Lucía Carvalho? (Por el poema Una polera que diga)
Me encanta lo de la polera que diga… ¿Sabes por qué me gusta lo de la polera que diga? Porque a veces siento que nosotros no queremos exteriorizar mucho lo que pensamos o lo que estamos sintiendo, y usamos cosas más superficiales que lo digan, como un meme o una polera. Entonces, es más que nada por eso ese poema de una polera que diga. Como que a veces no queremos decirlo en voz alta pero queremos expresar lo que sentimos de alguna forma.
Notas:
(1) Mujeres Creando es uno de los primeros colectivos feministas que aparecieron en Bolivia, creado en 1992 por María Galindo, Julieta Paredes y Mónica Mendoza. Es una agrupación conocida por sus manifestaciones callejeras y performáticas, que algunos consideran radicales.
Ilustración de portada: Alma Ríos