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Durante su campaña, el reciente presidente electo de Paraguay, Santiago Peña, no sentó postura con acciones concretas sobre los derechos de las comunidades LGBTI, ni de los migrantes. Tampoco profundizó en las realidades que viven las mujeres paraguayas ni en el trabajo que proyecta para el cuidado del medioambiente. Su casi nulo discurso frente a estos temas revela la cara más conservadora de la estructura que lo respalda: el Partido Colorado. 


Portada. Rocío Rojas

 

El pasado 30 de abril Paraguay eligió a las autoridades que gobernarán durante los próximos cinco años (2023 – 2028). Santiago Peña, candidato del Partido Colorado -instalado hace más de 70 años en el poder- resultó ganador de los comicios. Lo hizo con más del 42% de los votos, superando al líder de la oposición, el liberal Efraín Alegre, quien obtuvo el 27%. 

Peña asumirá la presidencia el 15 de agosto de 2023. Pero no es la primera vez que ocupa un cargo público en el país. Del 2015 al 2017 fue Ministro de Hacienda durante el gobierno del entonces mandatario Horacio Cartes, quien lidera la derechista Asociación Nacional Republicana (ANR) o Partido Colorado, y es considerado su mentor político. 

Economista por la Universidad Católica de Asunción y Máster en Administración Pública por la Universidad de Columbia (Nueva York, Estados Unidos), Peña trabajó en el pasado en el Fondo Monetario Internacional, en Washington. También fue director titular del Banco Central del Paraguay. Sin embargo, no era una cara conocida en la política nacional. 

El día que Cartes lo llamó para dirigir Hacienda, Peña pertenecía al Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), eterno contrario de la ANR. Poco después  decidió afiliarse al coloradismo para afianzarse en su puesto. En 2017, después de su paso por el Ministerio de Hacienda, se presentó a las elecciones internas de su partido con el apoyo de Cartes. Pero perdió frente a Mario Abdo Benítez, quien posteriormente fue elegido presidente del país. 

En 2018, ingresó al sector privado como director del Banco Basa, empresa del Grupo Cartes –disuelta hace poco tras las sanciones del gobierno de EE.UU a su principal accionista-, donde permaneció hasta el 2022; antes de lanzarse nuevamente como candidato. 

Durante su campaña, Peña hizo particular énfasis en la generación de empleos y más oportunidades para incentivar el desarrollo del país. Asimismo, manifestó su compromiso con el bienestar social, en materia de salud, seguridad y educación. Sin embargo, estuvo en el ojo del debate público por reivindicar el prebendarismo, desatendió el debate sobre las diversidades y abordó débilmente los planes a futuro para las mujeres y el medioambiente. 

¿Qué podemos esperar de Peña en materia de derechos de las personas LGBTI?

No mucho. En 2017, Peña declaró estar a favor del matrimonio igualitario. “Creo en la libertad de los seres humanos, soy una persona tremendamente amplia”, decía en ese entonces. Sin embargo, meses antes de las elecciones, se posicionó en contra de la unión entre personas del mismo sexo, de la “ideología de género” y del aborto, argumentando que son temas que pertenecen a una “agenda globalista” y no local. 

“Sus dichos evidencian el desinterés que tiene por erradicar la discriminación y las violaciones a los derechos humanos de las personas LGBTI”, dice la activista Yren Rotela, fundadora de Casa Diversa, un centro comunitario con programa de albergue transitorio para personas LGBTI en situación de vulnerabilidad. “Estamos ante un gobierno de doble moral que habla de defender la vida y la familia, sin embargo sólo lo hace con un modelo de familia y sólo le interesa salvar algunas vidas”. 

¿Y sobre las mujeres?

En cuanto a las mujeres, Peña se limitó a aprovechar el más reciente Día Internacional de la Mujer para presentar como suyo un proyecto de “guarderías gratuitas” para que las madres puedan trabajar y estudiar. Sin embargo, este es un derecho contemplado desde hace tiempo en el Código de Trabajo que, en todo caso, solo necesita ser respetado por las autoridades.  

Antes, en diciembre de 2022, declaró que el nuevo Plan Nacional de Transformación Educativa contenía un “lenguaje muy ambiguo en temas de derechos de los niños” y que “en otros países eso se utiliza para establecer la ‘ideología de género”‘, con lo que respaldó de cierta forma las manifestaciones realizadas por grupos provida también opuestos al plan. Finalmente, planteó que durante su mandato no se hablaría de estos temas.   

“Creo que el escenario para nosotras va a ser igual o peor en términos de derechos de las mujeres”, reflexiona la abogada feminista Michi Moragas. “Por un lado, seguimos teniendo un número demasiado importante con relación a los abusos sexuales en niñas que terminan en embarazos. Y frente a la falta de educación sexual, tenemos un Ministerio de Educación prácticamente tomado por los grupos antiderechos y sectores evangélicos. Aún no está anunciado el gabinete, pero es altamente probable que termine siendo la misma gente de siempre”.

“Uno de los problemas es que la sociedad civil que defiende los derechos no es escuchada porque el Estado está absolutamente capturado por el Partido Colorado, que se basta a sí mismo con sus propias estructuras y su sistema conservador”, explica. 

¿Dijo algo sobre la migración? 

Como menciona este informe de la UNFPA, en Paraguay el tema de las migraciones tiene muy poca visibilidad. 

A diferencia de otras diásporas latinoamericanas, la de Paraguay no es muy grande. De acuerdo con el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE), el número de emigrados paraguayos mayores de edad -aquellos habilitados para votar en el extranjero- supera ligeramente los 41 mil. La inmensa mayoría, más de 31 mil, residen en Argentina.

No obstante, este tema no fue abordado en la campaña de Peña, quien se limitó a visitar a sus compatriotas en Argentina y prometer oportunidades para quienes deseen regresar al país.

“Ningún candidato tuvo un proyecto bien claro, ni de país ni de relaciones exteriores”, explica el periodista e historiador Bernardo Neri. “El interés migratorio, sobre todo en la etapa preelectoral, tiene relación directa con los votos que se pueden lograr afuera, que en realidad son muy pocos. Por eso a los candidatos nos les interesa mucho”, 

¿Y sobre el medioambiente?

La protección del medioambiente está puesto sobre la mesa desde hace varios años por iniciativa de la sociedad civil, sobre todo porque Paraguay  tiene una de las mayores tasas de deforestación de la región. Pero esto tampoco se ha traducido en un programa específico por parte de Peña. “El ambiente no ha figurado de forma amplia en el discurso de ninguno de los candidatos”, resume el ingeniero agrónomo Luis Recalde. 

Las pruebas son claras. Peña no tuvo proyectos medioambientales hasta diez días antes de las elecciones. El 20 de abril publicó un tuit con propuestas vagas de conservación y recuperación, y esto después de que un periodista especializado consultara a su equipo al respecto. 

“Peña parece figurar dentro de la línea vigente del pensamiento político paraguayo, donde el ambiente es sólo una apariencia de la cual preocuparse según sea necesario, para satisfacer los requerimientos mínimos que eviten algunas de las sanciones más importantes por parte de los entes internacionales. No lo caracterizaría como un defecto o falencia suya, sino que responde a la corriente dominante entre las personas de su formación (economía clásica) y origen político (empresariado)”, dice Recalde. 

Para él, raramente los anuncios oficiales -como el tuit de Peña- reflejan las líneas reales de trabajo. “Paraguay no tiene una sola hectárea rehabilitada de bosques deforestados, a pesar de contar con una deforestación ilegal rampante en la región oriental desde el 2004, año en que se instituye la ley de cambio de uso de tierra. El sector político del cual se origina Peña (más amplio que sólo su estructura partidaria) es el responsable de esta situación, por lo tanto no podemos ni siquiera empezar a hablar de desarrollo en un país que no cumple sus propias leyes”. 

Cuatro momentos que explican la hegemonía del Partido Colorado 

1947: Tras 40 años, el partido volvió al poder a través de un líder doctrinario como Natalicio González. “Comenzó a dirigir su poder con ‘una nacionalización del partido’, es decir, se estableció la presencia del partido en todo el país. En cada rincón había una Iglesia, una comisaría y una seccional colorada”, explica Neri Farina, autor de varios libros relacionados con la historia paraguaya.

1954 – 1989: Esta estrategia de poder continuó con la dictadura de Alfredo Stroessner, quien llegó al poder después de una etapa caótica para el partido. Él era militar y necesitaba de una fuerza política organizada para sustentar sus intenciones. Además de consolidar el coloradismo a través de las seccionales en todo el país, sumó un factor que resultó clave: el copamiento absoluto del Estado. 

“El gobierno administraba el Estado; el Partido Colorado al gobierno, por ende el partido al Estado. Ese copamiento hizo que la ANR se volviera invencible. A partir de esto, se instaló el prebendarismo. Para hacer negocios de cualquier índole la gente debía apelar al partido. Y como el Estado siempre fue el mayor cliente de todas las empresas, se generó un círculo en torno al partido en ese sentido, que prácticamente no permitió que otro pudiera acceder al poder”, relata Neri Farina.  “Además, el organismo que manejaba en esa época las elecciones, la Junta Electoral Central, era brazo del Partido Colorado. Tenían un poder absoluto”, agrega. 

1989 en adelante. Es casi el único caso en que el partido que estaba en el poder durante la dictadura, no cae con el golpe. En 1989, el Gral. Andrés Rodríguez, quien tenía vínculos con el sector tradicionalista de la ANR, derrocó al gobierno de Stroessner. “Fue una especie de autogolpe dentro de la estructura para que siga el Partido Colorado en el poder, como en el gatopardismo: ‘vamos a cambiar todo para que nada cambie’. Los colorados pueden pelearse todo el tiempo, pero siempre dentro del poder. Ellos viven del, por y para el poder”, explica Neri. 

2013: Después de la derrota frente al ex obispo Fernando Lugo en 2008, el Partido Colorado volvió a la llanura. Durante ese gobierno, se buscó una figura que pudiera sostener económicamente a la ANR. Ahí apareció Horacio Cartes, un hombre que hasta ese momento nunca hurgó en política, sin embargo, se había hecho de una inmensa fortuna a través del contrabando de cigarrillos. “Así como Stroessner en 1954, Cartes usurpó el partido en 2013. Lo hicieron candidato, incluso modificando estatutos partidarios para que pueda candidatearse apenas se afiliara”, señala Neri. 

Tiempo después, Peña ingresó al partido apañado por Horacio, y desde entonces la historia se cuenta sola (por lo menos, hasta por cinco años más). 

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Periodista independiente especializada en cultura. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional de Asunción. Inició su carrera periodística como productora en la televisión pública paraguaya, donde ha tenido la oportunidad de escribir textos para voz en off de documentales y además colaborar para el programa Claves de Deutsche Welle, del periodista chileno Gonzalo E. Cáceres. Trabajó durante más de seis años como redactora de la revista VOS del Diario La Nación Paraguay, donde descubrió su interés por el periodismo narrativo, las crónicas de viaje, las reseñas musicales y los reportajes culturales y sociales, especialmente sobre feminismo e indigenismo. Ha colaborado también para la revista Liberoamérica. Actualmente, está trabajando en la creación de un nuevo enfoque dentro del periodismo cultural.

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