Impulsadas por una fuerza extraordinaria que solo conocen quienes tienen a una persona desaparecida, las buscadoras de Guanajuato rompieron el confinamiento por la COVID-19 y decidieron explorar los cerros con varillas, brújulas y machetes en mano. Sus hallazgos en la pandemia han sido brutales, y a pesar de que les pidieron quedarse en casa por la contingencia, ellas han sido la punta de lanza del descubrimiento de algunas de las fosas clandestinas más dolorosas de la entidad.
Por María Carmen Pizano López y Edith Domínguez Pérez
Esta pieza audiovisual fue producida durante el programa de capacitación TechCamp MX 2021, una iniciativa de Chicas Poderosas México en alianza con la Embajada de Estados Unidos en México.
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Guanajuato es una entidad ubicada en el centro de México y fue referente nacional por la atracción de inversiones extranjeras. Ahora ocupa los primeros lugares a nivel nacional, pero por la desatada violencia que padecen todos los días sus poco más de seis millones de habitantes.
2017 marcó el inicio de una escalada de hechos criminales sin precedentes en Guanajuato: 2 mil 241 víctimas de homicidio doloso, 82% más que las registradas en 2016, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad.
Los asesinatos fueron apenas un indicio de la descomposición de este pacífico estado, pues después llegaron en cadena otros hechos delictivos como las extorsiones, los secuestros y la desaparición forzada de personas.
Un informe realizado por los investigadores de la Universidad Iberoamericana Jorge Ruiz Reyes y Fabrizio Lorusso expone que hasta marzo del 2021 sumaban 2 mil 399 personas desaparecidas, la mayoría de los casos se concentraron en los últimos 3 años.
Las familias de personas desaparecidas en Guanajuato se organizaron para exigir que las autoridades reconocieran el problema, que salieran a buscar a sus seres queridos.
Una semana antes de terminar marzo de 2020, el virus SARS-Cov-2 llegó a Guanajuato, y con él la indicación de que nadie podía salir de casa.
En medio de la declaratoria por la contingencia sanitaria, en la entidad se integró la Comisión Estatal de Búsqueda. Los primeros trabajos en campo confirmaron la denuncia que desde meses atrás hicieron las familias: el estado estaba convertido en un cementerio clandestino.
Bastaron cuatro meses para destapar la gravedad del problema:146 fosas clandestinas con más de 300 cuerpos. En Salvatierra encontraron los restos de 80 personas, en un espacio abierto de 60 metros cuadrados ubicado a cinco minutos del centro histórico.
La indicación de las autoridades a los colectivos fue que dejaran de hacer búsquedas en campo, bajo el argumento de un posible contagio de COVID-19, pero las buscadoras no se quedaron brazos cruzados.
Sin el apoyo de la Fiscalía General del Estado siguieron con la búsqueda de más fosas, de más cuerpos que pudieran dar paz a más familias.
Bibiana, Paula y Angélica son valientes, fuertes y poderosas. Son un reflejo de las cientos de mujeres guanajuatenses que, motivadas por el amor, salen a buscar a sus seres queridos. Quienes ya encontraron a sus familiares no han abandonado la causa, siguen en apoyo a sus compañeras.
Así como las tres protagonistas de esta pieza audiovisual, hay decenas de madres, esposas, hijas y hermanas que exponen su vida, desafían a las autoridades y a la COVID-19, para poder regresar a casa a su ser querido.