Marlene Molero Suárez es una abogada peruana que está decidida a acabar con el acoso sexual en el trabajo. Impulsa el cambio desde una carrera que, por años, fue predominantemente masculina.
“Nuestras ideas no son tomadas en cuenta hasta que, de pronto, las dice un hombre”, dice Marlene Molero Suárez (Lima, Perú, 1981). Lo hace frente a decenas de personas que la escuchan atentamente en su TED Talk en el 2019.
Marlene es licenciada en Derecho por la Pontificia Universidad Católica del Perú y máster en género, políticas públicas y desigualdad por la London School of Economics and Political Science. También es cofundadora de ELSA (Espacios Laborales Sin Acoso), herramienta que permite prevenir el acoso sexual en espacios de trabajo, problema que no se detiene ni en pandemia.
Para muestra, un botón:
Desde que inició el estado de emergencia en Perú, en marzo del 2020, la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil) ha reportado más de 939 denuncias de acoso y hostigamiento en el ámbito laboral.
Para Marlene, en la prevención está la clave para que estas cifras disminuyan. Es por ello que, mediante una encuesta, “Elsa te plantea una forma distinta de hacerlo, para que la empresa pueda conocer qué pasa en su organización. Es anónima y nos permite crear una cultura de prevención. Si tú quieres, puedes girar hacia una opción de denuncia también”, indica.
Feminista e hincha de las papas fritas, considera que ha encontrado en el Derecho laboral y género su propósito profesional. Su amplia sonrisa, cabello lacio y su vestimenta casual-ejecutiva la caracterizan.
Si tuvieras que describir a Elsa como un extraterrestre, ¿cómo sería?
Le diría que es una encuesta que puede contestar desde su celular. Nadie se va a enterar en otro planeta. Vamos a poder canalizar sus vivencias y preocupaciones sobre acoso sexual laboral para que su organización pueda mejorar.
¿Cómo fue la experiencia con la primera empresa con la que probaron Elsa?
Probamos Elsa en 12 empresas a la vez, pero hay una experiencia que me gusta rescatar. Es una empresa avícola que tiene granjas de pollos. Suelen tener personal con nivel educativo de primaria o secundaria incompleta. Esto nos implicaba que Elsa fuera accesible para todas las personas de una organización.
No necesariamente todos los lugares tienen conexión a internet, pero Elsa supone que tú puedas contestar por lo menos desde un celular. Lo que hicimos fue mandar parte de nuestro equipo a campo. La empresa también desplegó personal de apoyo para responder algunas consultas. Ahí surge la idea de construir una aplicación para que pueda ser offline.
Cuando lo logremos implementar, va a ser una mejora para sectores avícolas y también para minería, y hacer de Elsa más inclusiva.
¿Qué esperanza tienes, en el ambiente laboral, con respecto a las mujeres?
Somos más voces activas dentro de las empresas del sector privado. Nos hemos ido poniendo más fuertes y encontrando unas con otras: que sean varias diciendo lo que les pasa a la vez.
Me da ilusión y esperanza, pese a que aún las posiciones de liderazgo en las empresas las ocupan los hombres. Al empezar a hablar de cosas que les ocurría, las mujeres han comenzado a impulsar cambios en sus organizaciones. Es una ola que se va expandiendo.
¿Te consideras feminista? ¿Por qué?
Sí, hace varios años: me considero, me declaro y, si me preguntan, lo digo.
Durante un tiempo, tuve temor a qué significaba serlo. No necesariamente te lo enseñan como una buena palabra. Tuve que hacer mi tarea: estudié género, leí, conocí más y luego entendí que eso era en lo que yo creía.
Hay distintos feminismos también. Hay algunas cosas en las que no necesariamente estoy de acuerdo, pero sí con sus postulados más de base y con la idea de que se necesitan cambios profundos. Nos falta reconocimiento a las necesidades y a las realidades propias del ser mujer. No tenemos libertades básicas para decidir, por lo menos en Perú, como en el caso del aborto.
Además, está el reconocimiento de que el feminismo es interseccional. No solamente se trata de distintas categorías que se cruzan y que van creando problemas más hondos. Soy consciente de que Elsa se dirige a un segmento bastante privilegiado de mujeres. Es un intento que permite resolver problemas que cruzan en distintas intensidades a diversas mujeres.
Así como sabemos la historia de acoso de la ejecutiva, sabemos de la señora que trabaja en limpieza y hacemos lo posible para visibilizar a ambas. El acoso sexual está en todos lados. Allí te das cuenta que esto no es sólo género: hay otras categorías que comienzan a intersectar y el abuso se vuelve más perverso.
Marlene Molero Suárez es una abogada peruana que está decidida a acabar con el acoso sexual en el trabajo. Foto: Cortesía de la entrevistada.
¿Con qué feminista peruana te hubiera o hubiese gustado sostener una charla y por qué?
Una de mis mentoras es Marcela Huaita, ex ministra de la mujer. Fue la primera con la que me identifiqué. Yo era una abogada joven interesada en el feminismo y no tenía referentes a la vista. Marcela fue la primera abogada feminista que conocí. Me enseñó en el diplomado de género de la universidad.
Luego, conocí a Julissa Mantilla, que ahora está en la CIDH, es comisionada. Me gustaría conocer a Maruja Barrig, porque su libro Cinturón de castidad: la mujer de clase media en el Perú cruzó en mí tempranamente. Es un libro que estuvo en mi casa mientras yo era adolescente. Allí están mis orígenes.
En ese descubrir tu interés, ¿cuál fue el momento que marcó tu carrera para que decidieras estudiar género y desigualdad?
Uno de los momentos que más identifico, que tiene que ver con acoso sexual, es en el año 2004. Yo estudiaba derecho en Perú, luego me fui a terminarlo en Estocolmo (Suecia), y justo sale la primera Ley de Prevención y Sanción del Hostigamiento Sexual (todavía vigente, pero modificada).
Escribo un artículo sobre esto con el profesor Daniel Ulloa. Me hizo investigar más sobre el tema de género con todas las limitaciones de ese tiempo. Hoy miro ese trabajo y, claramente, le falta enfoque de género, pero fue la primera vez que lo estudié.
El segundo momento ocurrió en Estocolmo: vi a papás paseando bebés en horas laborales, algo que en Perú en 2004 no los veías; obreras de construcción civil, que nunca había visto, o conductoras de buses. Vino emparejado con mi tutor de la universidad que veía Derecho laboral y género. Fue una articulación de cosas que me llamaron la atención y una guía académica.
Vengo de una familia con distribución tradicional de roles: mi papá era el proveedor económicamente y mi mamá era la que se encargaba de mí y de las tareas del cuidado. Ella había trabajado remuneradamente antes y dejó de hacerlo cuando se casó. Eso siempre me llamó la atención, la distribución tan marcada de roles.
Si tuvieses que rehacer esta vida profesional, ¿te hubiese gustado estar vinculada a temas de género y desigualdad?
He encontrado en este tema mi propósito. Sí tuve etapas en las que me cuestioné si debía ir al sector público, antes de que pudiera emprender en el privado. Debo haber pasado cuatro años hasta que decidiera dedicarme a esto. Poco a poco fui encontrando la forma de articular lo que yo había hecho desde hace diez años, que era derecho de trabajo con género, y sumarlo a una perspectiva organizacional.
Hoy en día, los mismos clientes demandan a los estudios de abogados mayor presencia de mujeres, por lo que los propios estudios comienzan a cambiar sus dinámicas. Si antes no salías del estudio hasta las 11 de la noche, ahora pasa menos.
Es una buena señal. ¿Y qué se te viene a la mente cuando te digo “brecha de género”?
Por la forma en la que llegué a los estudios de género, la asociación inmediata que yo hago es desigualdad en el acceso a los recursos económicos. Es una de las variables que entiendes con brecha de género. Es la que más presente tengo por mi formación, sin desestimar que es una de las posibilidades y tampoco es la más importante necesariamente.
¿Qué sueles hacer en momentos de estrés? ¿Y en momentos de relajo?
En momentos de estrés salgo a correr. Me ayuda mucho, me despeja. En momentos de relajo, suelo cocinar.
¿Ceviche, causa, tacu tacu, otro plato y por qué?
Hmmm, causa, porque me gustan las papas. Te diría papas fritas ah, pero en las opciones que me has dado, causa. Las papas son únicas, son mi perdición.
Ilustración de portada: Rocío Rojas